miércoles, 14 de noviembre de 2007

Amélie

Título original: Le fabuleux destin d'Amélie Poulain.
Dirección: Jean-Pierre Jeunet.
Guión: Guillaume Laurant, Jean-Pierre Jeunet.
Reparto: Audrey Tautou, Mathieu Kassovitz, Serge Merlin, Rufus, Jammel Debbouze, Urbain Cancellier, Isabelle Nanty, Dominique Pinon.


Tranquilidad: ya había visto Amélie. Lo que pasa es que fue con... ¿12 años? Poco después de que la pusieran en los videoclubs, así que por ahí debe andar. Por tanto, no me acordaba de casi nada de la película; sólo estaba seguro del motivo de la muerte de la madre (por cierto, recordaba que se decía algo así como que la suicida había decidido continuar viviendo, pero ni rastro de ello en el visionado que hice ayer), de que a la protagonista se la tiraban en una cama mientras ella mantenía una expresión indiferente y de que, por supuesto, Amélie ayudaba a la gente.

Una joven llamada Amélie trabaja como camarera. Durante toda su infancia vivió sin contacto con los otros niños debido a una falsa enfermedad diagnosticada por su padre, por lo que su madre le daba clases; tras la muerte de ésta, su padre se encerró en sí mismo, y Amélie se refugió en su mundo de fantasía. Ahora que es adulta, no es una persona normal: vive aún en la soledad y en la inocencia de su infancia. Tras encontrar una caja con juguetes antiguos y devolverla a su propietario, se da cuenta de la que será su mayor fuente de felicidad: ayudar a los demás. Sobretodo si ello implica enamorarse.


Bien. Tras revisionarla, llego a la conclusión de que Amélie es una grandísima película. Así, de entrada, que no me gusta demasiado crear tensión. Lo que distingue a Amélie de cualquier otra película es... todo, básicamente. Como es habitual en la filmografía del director, todo es tremendamente original: personajes, argumento, narración, estética. Sin embargo, es en Amélie donde la mayoría de estas características alcanzan su punto máximo en cuanto a calidad.

Que no en cantidad. Délicatessen, ópera prima de Jeunet, recoge ese pequeño universo colorista y de personajes singularmente surrealistas en mayor medida; sin embargo, para mi gusto, en tal película resulta excesivo. Pero en Délicatessen el color me empalaga, y los personajes me desagradan. La fotografía de Amélie es empalagosa, sí, pero no de forma tan exagerada; los personajes son frikis, sí, pero adorables. Aquí todo tiene el punto perfecto, colorista, de cómic, de cuadro naïf, pero sin llegar a ese extremo excesivo.

Amélie misma es un personaje maravilloso. Es comprensiblemente ingenua, e infantil, y por tanto traviesa. A pesar de esa perpetua -y encantadora- sonrisa de, digamos, tonta (Audrey Tautou, por cierto, está insuperable; capta perfectamente a su personaje, y lo dota de una magia vista pocas veces, o directamente ninguna), Amélie no es tonta precisamente, sino simplemente no tiene experiencia vital. Es esto lo que la hace tan especial, su miedo a que le hagan daño, que la lleva a ayudar a los demás para sentirse bien consigo misma, sin tener que implicarse en relaciones.


Igualmente, Amélie, la Diosa Todopoderosa, es capaz de castigar, como demuestran las escenas en que se introduce en el piso del tendero, que tiene por costumbre insultar y humillar a su empleado, un simpático retrasado, y le cambia el pomo de una puerta por la manilla, las zapatillas por otras de número inferior, los cordones por cuerda, la pasta de dientes por crema para los pies... y la hora del reloj. Desternillante el momento en que el desafortunado baja a la calle a las 4 de la madrugada.

El resto de personajes, como creo que ya he dicho, están también muy conseguidos. Gracias a la voz en off, que nos explica los pequeños placeres de cada uno de ellos: ordenar herramientas, hacer rebotar piedras en el agua, comer pollo asado con las manos, petar las burbujas de los plásticos de embalaje (¿y a quién no?), todos son entrañables, y uno se siente casi tan feliz como Amélie cuando les hace un favor.

En resumen, una obra magnífica: plástica, cómica, fantástica, y aderezada además con una historia de amor preciosa. Lo peor de la película es, sin duda, que deja la sensación de que en este mundo nadie puede realizar buenas acciones. O, por pedir, que Amélie no exista en realidad.

Valoración: 8,5/10.