viernes, 22 de agosto de 2008

Superagente 86 de película

Título original: Get Smart.
Dirección: Peter Segal.
Guión: Tom J. Astle, Matt Ember.
Reparto: Steve Carell, Anne Hathaway, Alan Arkin, Dwayne 'The Rock' Johnson, Terence Stamp, Dalip Singh, Ken Davitian, Masi Oka, Nate Torrence, David Koechner, Terry Crews, James Caan, David S. Lee.


La verdad es que vi ayer esta película por ir al cine. No me apetecía verla y ya daba por supuesto que no iba a ser buena; de todas formas, me atraía el reparto (Steve Carell me resulta muy gracioso; The Rock, al que me niego a llamar Dwayne Johnson, más aún, aunque él no intente serlo, pobre), y tenía recuerdos infantiles neutros de la serie, que no me hacía gracia, pero me interesaba ver cómo había sido adaptada a estos nuestros tiempos. No es la mejor película para celebrar un cumpleaños, pero ir al cine siempre mola. Hecha esta introducción que me podría haber ahorrado perfectamente pero que últimamente me siento obligado a realizar, pasaré a hablar de Superagente 86 de película -título, por supuesto, nefasto, pero habiendo estado en Roma hace cosa de un mes, os diré que la traducción al italiano es mucho peor: Casino Totale. ¿Qué cojones tiene ese título que ver con la peli, por mucha parodia de los Bond que sea? Amos no me jodas.

Max Smart trabaja como analista en CONTROL, agencia secreta cuyo único propósito actual parece ser la de contrarrestar a la agencia rusa KAOS. Tras duros esfuerzos, y (sobretodo) tras descubrir KAOS la identidad de todos los agentes de CONTROL, Smart consigue alcanzar su sueño de convertirse en uno de ellos. Es destinado a Rusia, acompañado por la agente 99, para descubrir cuáles son los planes de sus enemigos.


O algo así, porque lo cierto es que no me enteré mucho del argumento. En cualquier caso, viene a ser lo de menos: la base de la película son los chistes, no la trama, que como ya digo es estúpida, además de tremendamente tópica, y por tanto aburrida y previsible. El humor es el típico de las comedias estadounidenses de los últimos años, como cabe esperar de una película protagonizada por Carell, máximo representante presente, junto con Will Ferrell, del género. Hay muchísimos chistes en la película; por tanto, no es extraño que algunos funcionen bien, o hasta muy bien. La mayoría son chorradas, de esas que algunos considerarán descojonantes pero a otros les darán ganas de clavar un cuchillo en el ojo de ciertos guionistas, con lo cual el considerarla divertida o no es bastante subjetivo. A mí me hizo reír bastante durante su primera hora, más o menos; sin embargo, todo se alarga demasiado y se encamina excesivamente hacia una acción horriblemente típica y tediosa.

Las referencias a la serie no son muchas, lo cual está bien; era necesario darle un giro total si se quería hacer algo aceptable para la actualidad. Que fuera necesario o no hacer la película, eso ya es mucho más discutible. Estas referencias se limitan casi exclusivamente (y con "casi exclusivamente" quiero decir "que yo haya captado") a dos momentos: el inicio, en que se nos presentan objetos míticos de la serie en una especie de museo, y en que la archiconocida escena de las puertas se siente forzada, y la aparición del zapatófono, que no tiene aquí gracia ninguna. Está bien que se mantenga un cierto enlace con el original, pero teniendo en cuenta el fracaso de estas escasas conexiones, muchas más habrían resultado un craso error.


El reparto es extraño, y en general se produce un gran desaprovechamiento de talento. Steve Carell es el más destacable, porque es divertido de por sí, pero no es éste su mejor papel, ni mucho menos (cada vez que recuerdo a su periodista retrasado de El reportero me parto el ojete estúpidamente). No tiene un mal personaje, aunque su gilipollismo queda decepcionantemente atenuado en varios momentos por demostraciones de ingenio que al espectador no le apetece nada contemplar. Anne Hathaway es una actriz mediocre, que estará buena (que no me había fijado yo, pero sí que lo está), pero no tiene para nada la picardía necesaria para su personaje. A Alan Arkin no se le ve cómodo y tiene un mal personaje; el de Terence Stamp es aún peor. No sé qué hace aquí ninguno de los dos, y me da muchísima pena ver a Stamp rebajado a esto. Tenemos también a The Rock, que buen actor no es, desde luego, pero resulta bastante divertido, sobretodo cuando sonríe (y se pasa buena parte del metraje sonriendo, con lo cual yo encantado). Otros personajes desaprovechados son los de Masi Oka, el japonés de Heroes (el mejor de la serie, qué duda cabe), y Nate Torrence, que me suena de Studio 60 on Sunset Strip y de algo más pero no sé qué, que intepretan a dos informáticos de CONTROL; alguna de sus escenas, como el momento en que fingen una pelea con el protagonista, es muy divertida. Es una lástima que no salgan más. Hay también un inesperado cameo de Bill Murray, bastante divertido; pero, seguramente, a quien más gracia me ha hecho ver es a Dalip Singh, más conocido como ¡el Gran Khali!, luchador de Pressing Catch. Su personaje también me gustó más que la mayoría, aunque seguramente sólo fuera porque me sorprendió verlo.

Get Smart es una película más o menos divertida durante su primera hora, que se va desinflando por culpa de un metraje excesivo, una trama penosa y escenas de acción indeseadas. No es para nada la mejor opción de la cartelera presente (la verdad es que ya hace bastante que se estrenó, no sé por qué digo "cartelera presente"), pero a los fans de Steve Carell les puede gustar. A los fans de la serie, lo dudo.


Valoración: 4/10.

miércoles, 13 de agosto de 2008

El caballero oscuro

Título original: The Dark Knight.
Dirección: Christopher Nolan.
Guión: Jonathan Nolan, David S. Goyer, Christopher Nolan.
Reparto: Christian Bale, Heath Ledger, Aaron Eckhart, Gary Oldman, Maggie Gyllenhaal, Michael Caine, Morgan Freeman, Eric Roberts, Monique Curnen, Chin Han, Nestor Carbonell, Ron Dean, Cillian Murphy.


Estuve bastantes semanas, puede que hasta meses, con unas ganas impresionantes de ver la nueva película de Batman. Batman Begins me encantó, a pesar de no ser una maravilla cinematográfica, por lo que aportaba de novedoso al creciente(mente coñazo) panorama superheroico, del que hablé en mi crítica de Hancock: un tono cuasirealista y oscuro. Después de que los hijoputas de Flixster me restregaran (involuntariamente, espero) desde principios de julio lo enorme que era The Dark Knight, conseguí hace sólo una semana olvidarme de ella al ver Wall-E, a la que, como ya comenté, le tenía ganas pero no tantísimas. Comento.

La tarea de Bruce Wayne como Batman, el protector de Gotham, parece ir a buen puerto con el auge del fiscal del distrito, Harvey Dent, en quien ve a un sucesor legal para la lucha anticriminal que realiza. En el otro bando, para proteger su posición, la mafia contrata al Joker, un criminal sin moral ni más objetivo que la consecución del caos y la derrota de aquel al que considera su opuesto: Batman.


Lo mejor de El caballero oscuro es que es muy difícil decidir qué es lo mejor. No puedo elegir sólo una cosa, así que escogeré tres: el ritmo, el tono y, por supuesto, el Joker. La acción comienza en el primer minuto y prácticamente no cesa, logrando una sensación de clímax constante que me ha recordado a la que sentí en Magnolia, claro que aquí no hay lugar para el malestar que provocaba aquella. En cuanto al tono, como ya he dicho lo que más me gustaba de Begins era que resultaba creíble y oscura; sin embargo, ambos adjetivos quedan en cierto modo anulados por su secuela: el realismo aquí, además de apartarla, me arriesgo a decir, de cualquier película superheroica, es engrandecido por la rabiosa (cómo me gusta este adjetivo) actualidad del discurso, y la oscuridad, bueno, es quizá la misma base de la película. Aquí todo vale; ningún personaje es intocable, y la trama no resulta previsible, como sí lo era la de Begins. Será parcialmente previsible, por supuesto, para quien haya leído algún cómic, pero eso es lo lógico.

El Joker es un punto aparte. Sin contar el morboso atractivo que puede ser para mucha gente el ver al lamentablemente fallecido Heath Ledger en el que no sólo es el último sino también sin duda, y como se comenta, el mejor papel de su carrera, lo cierto es que nos encontramos con uno de los mejores villanos que ha parido el cine en toda su historia. Atrás queda, como todo lo demás de los Batman de Burton (porque, aceptémoslo, lo único verdaderamente destacable era, además de la reinvención del personaje, la puesta en escena; cinematográficamente no valían gran cosa), el papel de Nicholson; a pesar de que sí se trataba de una muy buena interpretación, no se puede comparar con la de Ledger por el simple motivo de que El caballero oscuro es mucho mejor que Batman. Ya sobre el guión es éste un malo espléndido, que tiene las, por así decirlo, cualidades de aquél pero multiplicadas y oscurecidas: el adjetivo que más fácilmente viene a la cabeza al ver el papel de Nicholson es "hijodeputa" (equivalente psíquicoautomático de "sádico"); para el de Ledger no existe adjetivo. Los hermanos Nolan y Ledger consiguen componer un personaje genialmente cruel y amoral que incluso consigue hacer sentir al propio espectador como un cabrón. Basta ver cualquiera de sus escenas, aunque personalmente me quedo con el momento "Voy a hacer desaparecer este lápiz". Sencillamente magistral. Es este Joker la personificación de aquello que Batman no puede derrotar: la falta de principios, de objetivos y de lógica. ¿Cómo vencer a alguien que pretende simplemente destruir al Murciélago, sin limitación alguna, sin que éste renuncie a sí mismo? Luchar, quizá; vencer...



El resto del reparto no desmerece en absoluto. Es más, sin Ledger aún sería el de El caballero oscuro un elenco interpretativo sobresaliente. Michael Caine y Morgan Freeman, sin apartarse de sus papeles típicos, funcionan perfectamente como secundarios de lujo; Eric Roberts, Monique Curnen y Nestor Carbonell me han llamado la atención por realizar buenos trabajos a pesar de que sus carreras se limitan, que yo sepa, a lo televisivo (los recuerdo por Heroes, House y Lost -¡ah, Lost!-, respectivamente; también hay en la escena inicial un cameo de William Fichtner, de Prison Break); Maggie Gyllenhaal, una de mis actrices favoritas, no está especialmente lucida aunque sí salva un personaje muy poco llamativo y supera con creces, tarea no muy difícil por otro lado, a Katie Holmes; sobre Christian Bale, ¿a alguien le cabe aún duda sobre si es o no el mejor Batman? Aparte de la de Ledger, las mejores interpretaciones me han parecido la de Aaron Eckhart, para mí un desconocido, que aquí es Harvey Dent, el fiscal del distrito, y especialmente la de Gary Oldman, cuyo personaje, el teniente Gordon, tiene una relevancia mucho mayor que en Begins, por lo cual tiene la oportunidad de demostrar sus cualidades interpretativas, desentrenadas desde hace muchos años.

En cualquier caso, casi cualquier cosa que se puede (o, más bien, "puedo") decir de El caballero oscuro es buena. Las escenas de acción son impresionantes; algunas de ellas, estando rodadas con cámara de IMAX (que por cierto, qué daría yo por verla en un IMAX), resultan una experiencia visual difícilmente comparable a las de casi cualquier película de acción que se me ocurra. El humor está presente en dos formas: el sádico del Joker, que ya he comentado, y el irónico tirando a blanco del resto de personajes, principalmente de Alfred, el mayordomo, y de Fox, el experto en tecnología, que resulta también muy divertido aunque no es especialmente destacable. En el segmento inicial hay, además, lo que me ha parecido un par de guiños a los lectores de los cómics, relacionados con el personaje de Dent. Curiosidad, nada más.


Por supuesto, hay unos cuantos aspectos que no me han convencido. Iré de menor a mayor importancia. En primer lugar, la práctica omnipresencia de la música me ha resultado algo molesta. En segundo lugar, a poco más de la mitad de la película, creo recordar, tiene lugar un momento tremendamente deus ex machina que, por mucho que me haya resultado un alivio, no deja de ser un truco fácil y argumentalmente un poco una mierda. Finalmente, la evolución de cierto personaje no me ha gustado demasiado; prefiero no entrar en detalles para quien no conozca, por los cómics o por lo que sea, cosas sobre tal personaje, pero los motivos que lo impulsan a dar un giro me han resultado algo confusos y no totalmente justificadores. Además, la trama que se desarrolla en la recta final en relación a su personaje se siente algo descolgada de la historia principal; no os preocupéis demasiado cuando veáis la película: finalmente todo acaba encajando. Hay un cuarto punto en que no me he sentido totalmente contento con El caballero oscuro, pero es un punto mucho más personal que las anteriores: el personaje del Espantapájaros, por grado de relevancia el segundo villano de la primera entrega, y en realidad mejor que el malo principal, tiene un papel también en esta secuela; sin embargo, su aparición se limita a una escena introductoria. Teniendo en cuenta lo enorme que es Cillian Murphy y lo interesante que fue su Espantapájaros, no puedo evitar tener una leve sensación de decepción. Casi habría preferido no verlo, porque verdaderamente no había más lugar en la trama para otro villano relevante.

El caballero oscuro es, pues, una película muy pretenciosa, pero por suerte forma parte de ese limitado grupo de obras ambiciosas que consiguen sus objetivos; en este caso, el de pasar de ser una simple peliculilla de superhéroes, un buen entretenimiento, a una película de acción de calidad, un thriller de proporciones épicas, que logra la complicada tarea de resultar creíble a pesar de su fastuosidad, algo a lo que, como ya he dicho, Batman Begins ya apuntaba, reflejando de paso los miedos de la sociedad post 11-S de forma aplaudible. Muy posiblemente es esta la mejor unión de cine comercial y cine de calidad hasta la fecha. Una de las pocas películas recientes que me han hecho sentir que no es una pérdida de tiempo ser un cinéfilo. He dicho. Lo que me temo es, claro está, que la jodan con una tercera parte, que estoy convencido de que se hará (es que, joder, sólo hay que fijarse en la recaudación) y estoy convencido de que no será tan buena como ésta, pero espero que sea al menos digna; cuando Nolan diga que se encargará de ella, respiraré aliviado. Al menos un poco.

En fin, que ¿qué puta gilipollez es esa de que segundas partes nunca fueron buenas? ¿Es que nadie ha visto El imperio contraataca, Terminator 2, El Padrino II, Terroríficamente muertos... y ahora El caballero oscuro? Por amor de...


Valoración: 8,5/10.

martes, 12 de agosto de 2008

Hancock

Título original: Hancock.
Dirección: Peter Berg.
Guión: Vince Gilligan, Vincent Ngo.
Reparto: Will Smith, Charlize Theron, Jason Bateman, Jae Head, Eddie Marsan.


Últimamente estamos de superhéroes hasta los cojones. Desde Spiderman y los X-Men no han parado de sacar adaptaciones más o menos entretenidas pero más o menos mierdas: hemos podido ver chorradas del calibre de Los 4 Fantásticos, Catwoman o Ghost Rider a películas incluso buenas o al menos respetables como Batman Begins y Hellboy, pasando por alguna que otra producción pasable (los Hulk, Iron Man). Hasta la Pixar se atrevió con Los Increíbles, que como ya comenté la semana pasada me parece una joya de la animación y, en el contexto del que hoy trato, también una joya del cine de superhéroes. Lo que me atrajo cuando vi el tráiler de Hancock fue el concepto de superhéroe desmitificado que presentaba, aunque estando Will Smith en el proyecto supuse que finalmente sería un producto más bien blandito. Supuse bien. Me crujo los huesos del cuello y los dedos y empiezo.

John Hancock es un superhéroe atípico. Al contrario de lo que cabría esperar, la gente le odia porque es un alcohólico, porque hace más daño del que impide, porque se muestra irrespetuoso y prepotente con los demás... en resumen, porque es un capullo (en inglés mola más: "an asshole"). Cuando conoce a Ray Embrey, experto en lavar la imagen de cosas (creo que era algo así lo que decía, no estoy seguro y me interesa más bien poco), empieza a modificar su actitud, por lo que incluso acepta ir a la cárcel. De todas formas, lo que más le atrae de Ray es su mujer...


Cuando he empezado a visionar Hancock me he temido lo peor; para muestra de ello, qué mejor que decir que, al finalizar la escena introductoria, no he podido evitar soltar un "¿Pero qué puta mierda es esta?". Will Smith y unos chinos soltando memeces, efectos especiales poco llamativos y hasta cutres. Por suerte la cosa mejora, y con "la cosa" quiero decir los chistes, ya que el sentido del humor es lo que sostiene la primera parte de la película. Eso y el reparto, ya que los tres protagonistas hacen trabajos interesantes; destaco especialmente a Jason Bateman, al que vimos hace poco en la tan sobrevalorada como reaccionaria Juno, que interpreta a un típico primo, pero lo hace con soltura y gracia. Le pega. De todas formas, siendo Hancock el protagonista, como es de esperar son sus gracias, irrespetuosas y cabronas, lo mejor del humor. Eso sí: como al espectador no le conveza esta parte cómica, la película le parecerá una basura intragable.

Desde aquí todo va a peor. La reforma de Hancock trae consigo, por desgracia en muy pocos minutos, la desaparición del tono humorístico, que volverá sólo en escenas muy puntuales, un par de ellas bastante conseguidas. El argumento se disipa y sólo encuentra un cauce que seguir mediante un giro de guión inesperado que da un cierto juego, a pesar de lo idiota que resulta. Lo peor es la recta final, a la que el guión llega de una manera muy rebuscada, poco comprensible y menos emocionante; cómo sino podría ser, teniendo en cuenta que el supuesto malo aparece durante, como mucho, cinco minutos en todo el metraje (que por suerte es corto, más de lo que aparenta).


Hancock es, finalmente, un proyecto fallido, otra película de superhéroes más, similar en el tono en muchos momentos a la reciente y bastante superior Iron Man, pero que no consigue su objetivo de ser una buena comedia, por apartarse incomprensiblemente de este camino hacia un drama hinchado y pretendidamente trascendente, ni de desmitificar a los superhéroes; para eso mejor tenemos a los Batman de Nolan y, dentro de poco y sobretodo, a Watchmen, que espero que no defraude. Al menos resulta una película entretenida y divertida durante su primera mitad. No recomiendo pagar seis euros por verla, eso sí. Por suerte ya ha salido un buen Screener... y hasta aquí puedo leer.


Valoración: 5/10.

miércoles, 6 de agosto de 2008

Wall-E

Dirección: Andrew Stanton.
Guión: Andrew Stanton.


Los de la Pixar son unos putos genios. Ahí no creo que haya discusión. La mayoría de sus películas (Los Increíbles, Ratatouille, Toy Story, Buscando a Nemo, Monstruos, S.A.) son impresionantes; el resto, tan sólo muy buenas (Bichos, Toy Story 2, Cars). Con semejante historial, de Wall-E sólo se podía esperar un peliculón, aunque yo, siendo más fan de Brad Bird que de Andrew Stanton (Nemo), creía que no me gustaría tanto como Ratatouille o, sobretodo, Los Increíbles, que para mí ya era una de las mejores películas de animación de la historia, salvando las distancias, eso sí, con alguna de las del Studio Ghibli. Pero, para mi sorpresa y regocijo, la nueva del grupo escindido de la Disney ha superado todas mis expectativas y se ha pegado con cola la etiqueta de "Mejor de la Pixar" que hasta ahora poseía Los Increíbles. A continuación, sinopsis y crítica, o más bien alabanza.

Alrededor del año 2800, un robot de la serie Wall-E, modelo encargado de la limpieza de una superficie terrestre invadida por la inmundicia, lleva a cabo su monótona y solitaria misión, con la única compañía de una cucaracha (ingeniosa referencia a la tan comentada capacidad de adaptación de dicho ser repugnante que, eso sí, aquí resulta de todo menos repugnante) y de unos cuantos objetos de valor dudoso, así como de canciones y una película (Hello, Dolly!, para que veáis que tengo fuentes) de nuestra era. Pero no tiene nadie a quien coger de la mano. Wall-E se enamora instantáneamente cuando de una nave reluciente que llega a la Tierra sale un hermoso robot de "género" femenino. Si se puede decir algo así, no lo sé. Su misión, dice, es información clasificada; su nombre, "EVA".


Wall-E empieza como una película prácticamente muda, a excepción de unos cuantos anuncios protagonizados por ¡verdaderos! humanos con que el protagonista se topa en su recorrido por lo que suponemos que son las ruinas de los Estados Unidos de una época de supuesto esplendor (dígase la actual). Así, durante unos veinte minutos se nos muestra la rutina a la que se ha visto sometido el pequeño y entrañable robot durante cientos de años, y se consigue algo impagable: que nos encariñemos con él nada más verlo, por su expresión, la de un ser (no me gusta lo que voy a decir porque está trilladísimo, pero es que es así) muchísimo más humano que los propios humanos. Esos ojos, esas ¿manos?, esos pitidos, muestran una naturaleza melancólica, delicada, ingenua y curiosa, que va descubriendo cada día nuevos objetos que a nosotros nos resultan corrientes e insignificantes, y a los que, en muchos casos, atribuye una belleza particular que, objetivamente, resulta innegable. Wall-E es Charlot, es Winston Smith, es Eduardo Manostijeras, es E.T., es R2D2. Creo que lo mejor que puedo decir del prodigio que es la caracterización del personaje es que se me escaparon unas lágrimas cuando ni siquiera habían transcurrido diez minutos del metraje.

La aparición de EVA trae consigo... no, iba a decir lo mejor de la película, pero qué va. En esta película casi todo forma parte de ese selecto grupo de cosas que en un caso normal consideraría "lo mejor". Comporta, eso sí, una historia de amor como ninguna otra que yo haya visto, un amor que no necesita más palabras que los nombres, y un número enorme de escenas tremendamente emotivas. Posteriormente llega mi escena favorita de toda la obra, la que sirve de transición a las dos partes, y que visualmente es la mejor, en la quehe llorado por segunda vez (joder), y que no describiré porque creo que es mejor verla sin ningún juicio previo... como toda la película, en realidad. De todas formas, lo que voy a contar a partir de aquí puede revelar aspectos más o menos importantes de la trama que considero mejor no descubrir hasta el momento del visionado, pues resultan una sorpresa (una gilipollez: justo al acabar de escribir esta palabra he oído que en la tele del salón se oía una voz de niña gritando: "¡Sorpresaaa!". En fin.); si no la has visto, mejor sáltate este párrafo, si quieres también el último, y si te apetece léete después de verla, porque tienes que verla, lo que te falta de la crítica (alabanza más bien, repito).


Esta segunda parte resulta totalmente diferente de la primera, puesto que aquí, al haber personas, ya hay palabras. Se nos presenta la humanidad como una masa de individuos imposibles de distinguir entre sí a nivel tanto físico como mental, obesos y atrofiados, incapaces de realizar por sí mismos más acciones que dar órdenes a los robots y beber (ni comer, siquiera). Las máquinas se encargan de mantener una sociedad, por cómoda, increíblemente absurda, que no es más que un reflejo bastante viable de la dirección a la que nos estamos encaminando paulatinamente. Sin embargo, gracias a EVA y Wall-E, el capitán de la nave (que, por cierto, nos regala varias de las citas célebres de la película, siendo entre ellas mi favorita "No quiero sobrevivir, ¡quiero vivir!"), en principio simple títere de los robots, descubre la belleza de la Tierra; es incapaz de comprender por qué todo eso pudo perderse, y desea con toda su alma recuperarlo.

Wall-E es un homenaje al cine. Recuerda a 2001: Una odisea del espacio, a Soy leyenda, a Star Wars, a 1984, pero también a Luces de la ciudad, a Náufrago, a La Sirenita; incluso, en autohomenajes (o repetición temática, me la suda enormemente), a Toy Story o Buscando a Nemo. Y, sí, a Una verdad incómoda. Pero el mensaje de la putísima mierda en que una sociedad pútrida está convirtiendo la Tierra no está tratado aquí de una forma simplemente catastrofista (cosa que, por otra parte, está bien, porque no deja de ser fiel a la realidad) y catártica, sino que se incluye en un todo muchísimo más complejo, que incluye también una oda a la belleza de nuestro planeta, tanto en su estado natural como en el actual, destacando muchas de las cosas que hemos conseguido, buena parte de ellas gracias al progreso tecnológico. Pero no nos es posible ver esta belleza sin un esfuerzo, sin un cierto retorno a los inicios, sin estar despiertos. ¿Es esta una película para críos? No, a pesar de la promoción de mierda que han hecho en España (a destacar el subtítulo, que me niego a reproducir, y los eslógans de los carteles publicitarios, como puede ser "Pillado hasta las tuercas". Cago en la puta.). De hecho, y aunque el aspecto infantil y humorístico está muy bien conseguido, en la sala en la que la he visto, como me ha apuntado el amigo con que he ido a verla, varios de los niños estaban distraídos, mirando hacia cualquier parte o preguntando a sus padres si faltaba mucho, mientras que los adultos observaban boquiabiertos, sumidos en la magia de la última obra maestra de Pixar, que creo (nuevamente) será la culminación del talento de sus creadores. Ve a ver Wall-E, coño, porque seguro que tiene algo que te encanta, bien sea las imágenes, los robots, la ciencia-ficción, los chistes, la crítica al consumismo y la automatización, los homenajes cinéfilos, la poesía visual o, sobretodo, la historia de amor, que es la verdadera base de la película. Creo que lo que más me gustaría ahora mismo es tener alguien a quien coger de la mano.


Valoración: 9,5/10.