sábado, 27 de septiembre de 2008

Tropic Thunder

Dirección: Ben Stiller.
Guión: Ben Stiller, Ethan Coen, Justin Theroux.
Reparto: Ben Stiller, Robert Downey Jr., Jack Black, Jay Baruchel, Brandon T. Jackson, Nick Nolte, Matthew McConaughey, Tom Cruise, Brandon Soo Hoo, Steve Coogan, Danny R. McBride, Bill Hader, Reggie Lee.


Además de un nuevo caso de subtitulación lamentable (me niego a poner aquí esa mierda de rima que han añadido los de la distribuidora al título... por cierto, al ir al cine vi también el cartel de Escondidos en Brujas; os diré simplemente que, debajo de la palabra "Brujas", han escrito "Está en Bélgica"), Tropic Thunder es una nueva comedia absurda hollywoodiense de esas que abundan desde hace una década, más o menos. Fue precisamente Ben Stiller, director de esta Tropic Thunder, uno de los principales impulsores del género (recordemos la -en cierto modo- gran Algo pasa con Mary); sin embargo, llevaba años sin trabajar en nada decente. De hecho, casi diría que desde Algo pasa con Mary (lo diría, eso sí, desde la inexperiencia del que no ha visto Zoolander). Como me estáis leyendo, deduzco que sois gente inteligente, y por tanto deduzco que habréis deducido por las frases anteriores que, en efecto, Tropic Thunder me ha parecido decente. Al menos. Si, como supongo, os meáis encima de las ganas de saber más sobre mi opinión, seguid leyendo; si no... ¿qué cojones hacéis aquí? Cerrad el puto Firefox e id a masturbaros con un plátano (sí, hombres del mundo: os podéis follar una piel de plátano, y da cierto gusto. ¿No lo sabíais?). O algo.

El que me lea con más o menos regularidad habrá notado ya que normlamente se me va algo la pinza en las introducciones de mis críticas; en esta ocasión, sin embargo, se me ha ido más de lo normal. Ha sido una cosa natural, espontánea... hermosa, en resumen. A lo que voy es a que, quizás, tanta gilipollez venga a cuento en esta ocasión; puede que me haya vuelto más enfermo -espero que temporalmente- tras ver Tropic Thunder, y tal enfermedad encaja bien en una crítica de esta película. Básicamente es eso: una cosa tremendamente enferma, más bestia que divertida, y más divertida por bestia y enferma. Lo cual, para mi gusto, está muy bien. Claro que -como habrá notado el que me lea con más o menos regularidad- soy un cinéfilo poco exigente. Sinopsis, que me pierdo, y crítica que, espero, tendrá un tono más aceptable que el de los dos párrafos que llevo.


El rodaje de Tropic Thunder, adaptación del libro homónimo sobre la guerra de Vietnam, va mal. Las estrellas protagonistas son unas impresentables; el director, un novato inútil. Éste, bajo las presiones del productor e inspirado por el autor de la novela, decide mandar a los actores a la selva, "acojonarlos" y rodar con cámaras ocultas las escenas de acción. Sin embargo, el plan se jode cuando las explosiones preparadas son respondidas por un grupo armado del lugar. Los actores tienen sentimientos divididos: alguno cree que lo que sucede está preparado por el director; el resto, que algo va mal. Sin embargo, como son todos imbéciles, se verán envueltos sin motivo aparente en una historia bélica extrañamente similar a la de la novela que debían adaptar...

No me gusta Stiller, la verdad. Jack Black, menos. Mis cómicos americanos favoritos son Will Ferrell (El reportero) y, en menor medida, Steve Carell (Virgen a los 40). En fin, que a lo que vengo es a que si me llamaba la atención Tropic Thunder era por Robert Downey Jr.: en cuanto supe que (un neoyorquino) interpretaba a un actor australiano que interpretaba a un negro me descojoné. Mucho. Su personaje es el mejor de la película, sin duda, pero el doblaje se lo carga bastante. En versión original (y ya sé que soy bastante plasta con esto pero, ¡joder!, es que es así) esa mezcla de acentos y de interpretaciones tiene que ser brutal. En castellano, las expresiones, por así decirlo, típicas de negro pierden gracia y credibilidad; una credibilidad que, de hecho, las expresiones coloquiales no tienen, porque están mayoritariamente mal traducidas. Aparte de esto, su personaje es, como ya digo, el que mejor funciona. Todos son paródico-críticos, como ya iré diciendo a medida que escriba; sin embargo, las burlas que implica su personaje son las que dan mejor en el blanco (jeje. Chiste inintencionado sobre colores de piel). Las similitudes de Kirk Lazarus con Russell Crowe (¿actor australiano violento? Hmm, ¿de qué me suena?) o Daniel Day-Lewis (o cualquier otro actor de método... eso sí: tenga usted claro, Sr. Downey, que el Sr. Day-Lewis le mete a usted cincuenta mil patadas) son obvias; sin embargo, también hay una crítica más... profunda, por así decirlo, a la apropiación de la cultura negra por parte de la blanca. Esto queda reflejado muy particularmente (que no únicamente) en las conversaciones entre el personaje de Downey Jr. y el verdadero negro del grupo de actores-soldado, un rapero metido a actor.


El personaje de Stiller es una vieja gloria del cine de acción que intenta empezar a interpretar personajes serios (tan despollante como irrespetuosa su búsqueda del Oscar mediante la personificación de Jack el Simple; según el personaje de Stiller, "un retrasado que hace cosas retrasadas") en busca de respeto. El de Black se siente innecesario. Parodia la faceta drogadicta de muchos actores, además de, también, la búsqueda del respeto (en este caso, viniendo de la comedia infantiloide); sin embargo, no tiene una implicación real en la trama, y sus chistes, además de estar bastante apartados del resto, son muy obvios y, generalmente, no tienen demasiada gracia. En realidad, el humor básico que quiere parodiar es el que muestra, y no creo que intencionadamente. Sobra también a ratos el personaje de Brandon T. Jackson, el rapero que antes he mencionado, aunque cobra sentido durante sus conversaciones con el de Downey. La crítica que implica está, además, poco profundizada. Jay Baruchel interpreta a un actor joven que, al no intentar ser tan crítico como los anteriores, funciona bastante bien de por sí.

Es imposible hablar del reparto de Tropic Thunder sin hablar, aun a riesgo de escribir una crítica demasiado larga, de los actores famosos que aparecen en papeles inesperados. Además de pequeños cameos, hay personajes grandes: Nick Nolte es el escritor del libro a adaptar, parodia del típico ex-soldado atormentado que dice frases profundamente siniestras y, en este caso, chorras; Matthew McConaughey interpreta al agente del personaje de Stiller, un ser ingenuo tentado por primera vez por la corrupción de los grandes estudios, personificados en uno de los papeles más agradecidos de la película: el de un Tom Cruise con (todavía) menos sex-appeal del habitual, y que da más miedo del que da normalmente. Y, bueno... baila. Sólo por ver a Cruise ridiculizándose así ya vale la pena ver Tropic Thunder. Vale la pena por más cosas, sí, pero... Dios. ¡¡Baila en plan rapero!! Sublime.


Me reí bastante con la película. Eso sí: como ya he dicho al principio, Tropic Thunder hace reír, más que por su ingenio o su verdadera comicidad, por lo desmadrada que es. Básicamente está compuesta de una chorrada/ida de olla tras otra; algunas de ellas son divertidas, otras no tanto, casi todas están fuera de lugar, muchas te hacen llevarte las manos a la cabeza mientras te partes y gritas "¡¿Pero esto qué coño es?!". Si alguno de vosotros disfruta del cine cutre, lo pasará en grande con Tropic Thunder; en cuanto a calidad, está al nivel de obras maestras míticas como Jesucristo Cazavampiros o Payasos asesinos del espacio exterior. Si esto no fuera el producto de las fumadas (o vete a saber qué) de Stiller, jamás hubiera sido rodado, al menos con ese presupuesto tan enorme, que hace que las escenas de acción estén muy conseguidas, y que los momentos gore, que abundan, resulten más divertidos de lo normal. Me ha dado envidia, siendo sincero, porque me ha recordado bastante a mi guión inacabado que lleva por título Holy Squad: Santificado sea tu nombre, que sé que nunca será rodado y que narra la historia de un grupo de soldados de elite de un ejército religioso que lucha contra infieles musulmanes lanzándoles agua bendita que les quema el cuerpo y las de Dios. En fin, que si alguien quiere comprarme el guión que me avise. Y eso.

Tropic Thunder es una locura gamberra que funciona bastante bien por su excesividad a pesar de que los diálogos no son especialmente divertidos, que realiza una agradecida crítica destructiva (aunque no tanto como debería, eso es cierto) contra la industria hollywoodiense y las gilipolleces que la rodean, a pesar de su final, bastante complaciente en este sentido. Recomendada sólo a aquellos que se rían con las típicas chorradas cutres en plan Troma, así como con las parodias o con las comedias de Stiller. Además, aun siendo una de esas raras películas que disfruto tanto como el público habitual de mi franja de edad, contiene bastantes referencias cinéfilas, no sólo en escenas y situaciones (Platoon, El cazador, Apocalypse Now...), sino también en algunos de los diálogos de Downey Jr., que descolocarán a gran parte de los espectadores (eso sí, finalmente también son una parodia de la gente como yo, los cinéfilos pedantes). De cualquier modo... una película en la que Tom Cruise baila de forma patética DEBE ser vista. He dicho.


PD: No lleguéis tarde: os perderéis la sorpresa inicial, que es de lo mejor de la película. Pista para cinéfilos: Grindhouse sí ha tenido alguna repercusión.

Valoración: 6,5/10.

sábado, 20 de septiembre de 2008

Vicky Cristina Barcelona

Dirección: Woody Allen.
Guión: Woody Allen.
Reparto: Javier Bardem, Scarlett Johansson, Rebecca Hall, Penélope Cruz, Chris Messina, Patricia Clarkson, Kevin Dunn.


No soy de esos a los que les jode que Woody Allen dirija una película casi cada año, básicamente porque, aun así, nos entrega casi siempre filmes con una calidad por encima de la media; en ocasiones, aun últimamente, y a pesar de los que reniegan de su filmografía reciente, verdaderas joyas incluso (véase la enorme Match Point). Vale que el mejor Allen es el de las comedias de varias décadas atrás (mi favorita: La última noche de Boris Grushenko), pero no conviene despreciar ninguno de sus trabajos de los últimos años. No me apetecía demasiado Vicky Cristina Barcelona, pero el tráiler, exceptuando la canción que lo acompaña, me llamó la atención. Vi muestras de un humor negro muy interesante. Así, emprendí camino por segunda vez (tercera en verdad, pero no sé por qué no cuento lo de Caos calmo, película que por cierto también recomiendo, como una película vista en V.O.) a un cine en versión original subtitulada; esta vez, al contrario que tras nuestras locas, locas peripecias del día del estreno de El caballero oscuro, conseguimos nuestro propósito (me daba un asco enorme ver esta película doblada, por razones obvias, creo). Me ha hecho ilusión ver que el cine estaba llenísimo. Bueno, sinopsis y rollo.

Dos pijas americanas, Vicky y Cristina, son invitadas por unos amigos de la familia de la primera a pasar los meses de julio y agosto en Barcelona. Allí, ambas conocen a Juan Antonio (Javier Bardem), un pintor que tuvo una relación tormentosa con otra artista, María Elena (Penélope Cruz), que acabó en intento de asesinato, que las invita a pasar un fin de semana en Oviedo, diciéndoles que "beberán buen vino, comerán bien y harán el amor". Cristina (Scarlett Johansson), apasionada y liberal, acepta encantada la proposición; Vicky (Rebecca Hall), que además de ser totalmente opuesta a su amiga está comprometida, los acompaña sólo para vigilar a Cristina. En principio.


Empieza mal Vicky Cristina Barcelona. Primero suena la canción del tráiler, Barcelona, de Giulia y los Tellarini (aunque conocida por mí como "la puta canción"), que, además de no ser en absoluto apropiada para la ciudad (diría "mi ciudad", pero estaría mintiendo como una prostituta que emita sonidos orgásmicos) y casar mucho mejor con Río de Janeiro, se repite infinitamente durante toda la película. De hecho, he notado sólo tres canciones en toda la película, ¡tres!, dos de ellas repetidas hasta la saciedad (siendo la otra de éstas Entre dos aguas de Paco de Lucía... qué poco obvia, ¿verdad?), y ninguna adecuada para Barcelona ni para Oviedo. Que no están en Andalucía, joder. Fatal en este aspecto. En fin. Después de la puta canción, oímos una voz en off que nos explica brevemente los porqués del viaje de las dos amigas. Innecesaria. De hecho, el narrador está muy presente durante todo el metraje, y tan sólo durante su última -y muy breve- intervención cobra algo de interés.

La cosa mejora cuando empiezan los diálogos, como cabe esperar de Woody. Los primeros ya poseen un tono malicioso que predominará durante todo el metraje, perlado ocasionalmente por muestras de sabiduría o de genio. Y lo cierto es que la calidad del filme se mantiene alta en casi todo momento, a pesar de una errónea visión de Barcelona tan idealizada como pija como propagandística, que no es demasiado ofensiva e incluso tiene cierta gracia. La primera mitad de la película es divertida y, en resumen, buena (también es aquí donde tenemos los toques más obvios en cuanto a la recreación de España, aunque no especialmente graves; véanse las omnipresentes guitarras), pero es fácilmente superada por la segunda.


Durante los primeros minutos Scarlett y Rebecca Hall tienen todo el protagonismo; sin embargo, al entrar Bardem en escena, ambas son devoradas interpretativamente. Muy especialmente la primera, que de hecho, al verse relegado su personaje a un segundo plano (además de que excepto en el inicio está siempre bastante sosa), pierde extrañamente gran parte de su erotismo, primero en favor de Rebecca (con un personaje otan crispante com en ocasiones adorable) y posteriormente, y en una medida mucho mayor, por Penélope Cruz. No me gusta esta actriz; sin embargo, tengo que reconocer que de vez en cuando clava sus papeles, y ésta es sin duda una de las mejores interpretaciones que ha realizado, si bien no aparece tanto en pantalla como sus tres coprotagonistas. La relación destructiva y desequilibrada, tremendamente divertida para el espectador, entre su personaje y el de Bardem, potenciada por su muy palpable química (cosa comprensible por otra parte), es lo mejor de Vicky Cristina Barcelona. Completan el reparto una irónica Patricia Clarkson y un desagradable Chris Messina, ambos también muy divertidos.

Me ha costado saber cuánto me ha gustado Vicky Cristina Barcelona. Es una película sobre la que hay que pensar. Puede fácilmente pasar por una comedia ligera de esas a las que nos tiene acostumbrados Allen, aunque con un tono sensual (que no erótico; por ejemplo, los besos, en especial los de las tan comentadas escenas lésbicas, son de un soso flipante) y sarcástico no tan típico; sin embargo, es sólo al final cuando sabemos qué pretendía decirnos el director y guionista, cuando nos damos cuenta de que la supuesta ligereza no era tanta, cuando notamos ese pesimismo vital que tiñe sobretodo los últimos dramas del neoyorquino, y cuando entendemos en relación a la película (y quizás alguien también fuera de este ínfimo contexto) esa frase adjudicada al personaje de Cruz: "Sólo el amor incumplido puede ser romántico". Desde luego, no es ésta una película que deba ver alguien con problemas de pareja.


Valoración: 7/10.

martes, 16 de septiembre de 2008

Che: El argentino

Dirección: Steven Soderbergh.
Guión: Peter Buchman.
Reparto: Benicio del Toro, Demián Bichir, Santiago Cabrera, Catalina Sandino Moreno, Rodrigo Santoro.


Creo que no me gusta Soderbergh. Digo "creo" porque he visto pocas películas suyas, pero las Ocean's (es una "'s" de posesivo, no esa falsa "s" plural que tantos de vosotros, oh ignorantes, usáis), a pesar de que en su función sé reconocer que son buenas, me resultan indiferentes, tienen para mí incluso un punto desagradable, Sexo, mentiras y cintas de vídeo, a pesar de sus virtudes, está sobrevaloradísima, y Traffic me pareció fría y mal acabada. No he visto nada más de este hombre, creo. Si me llamaba (bastante además) la atención su Che, dividido a causa de su duración real de cuatro horas y media en dos partes, El argentino, ésta, y Guerrilla, que no sé cuándo coño se estrena, era por un único motivo, un motivo de mucho peso (sobre todo últimamente, que está cada vez más fondón): Benicio del Toro. Oh, Benicio. Qué grande es usted (sobre todo últimamente, que está cada vez más fondón). Oh, Benicio... bueno, sinopsis y luego sigo alabando a Benicio (oh, Benicio), y un poco también a la peli. No tanto como a Benicio, eso sí.

Che: El argentino narra la Revolución Cubana desde el punto de vista de Ernesto Guevara, médico argentino más o menos conocido (sí, el tío ese que sale en las camisetas) que, junto a cubanos como Fidel y Raúl Castro, derrocó la dictadura de Fulgencio Batista (hala, ya os he contado el final), apoyada por los Estados Unidos, potencia a la que ideológicamente los líderes revolucionarios se oponían. Qué cosa más obvia de sinopsis, la virgen.


Hace poco alabé a un del Toro, hoy alabo a otro. A éste le lameré el ojete más (todavía): me parece el mejor actor del panorama cinematográfico actual (bueno... junto con algún otro: Forest Whitaker, Gary Oldman, Daniel Day-Lewis) y, aun siendo su interpretación del Che memorable y, a no ser que cambie mucho el tema, merecedora del Oscar, como todos sabemos Benicio es Dios (uno de ellos, mi panteón cinéfilo es bastante grande), por lo que no me atrevo a decir que sea la mejor de su carrera. La empato, eso sí, con las de 21 gramos y Traffic. Del Toro compone un personaje que podría haber resultado impresionante, si el guión hubiera ayudado.

Porque lo cierto es que, si bien mal no está, el guión no tiene fuerza. El retrato psicológico del Che resulta insuficiente, su ideología (mostrada básicamente en escenas situadas siete años después de la Revolución, durante una entrevista para la televisión americana y su discurso ante las Naciones Unidas) se presenta desde un punto de vista en absoluto arriesgado. La dirección, impecable, con predominancia del realismo y el plano medio, se acerca al estilo documental, lo cual casa perfectamente con la frialdad del guión. Por tanto, Che tiene un tono diferente a lo común, extraño, desapasionado, que sin embargo no hace la película aburrida en ninguno de sus aproximados ciento veinte minutos. A mí, al menos.


No sabía qué esperar de esta película, pero sí intuía que habría menos acción. Menos aún de la que hay, puesto que la cantidad de tiros no es exagerada. Varias de las escenas de este estilo me han encantado, debido al realismo con que están rodadas; sin embargo, hay otras que, a pesar de las imágenes creíbles y bien tomadas, no tienen tensión alguna debido a que Soderbergh intercala palabras de la entrevista al Che, anulando los sonidos de disparos y explosiones, con lo cual el espectador puede fácilmente pasar a ignorar los acontecimientos.

A pesar de ser una película centrada en el Che, lo cierto es que no se siente que verdaderamente sea Guevara el protagonista de los acontecimientos durante buena parte de lo relatado en la película (sensación incrementada por el hecho de que verdaderamente no lo era). Hay muchos secundarios, pero pocos de ellos tienen importancia o relevancia argumental; cabe destacar, por supuesto, al personaje de Fidel Castro, interpretado magistralmente por Demián Bichir (me acojona pensar que este papel originalmente era para nuestro Bardem, no lo veo nada de Castro, aunque Bardem es mucho Bardem). Mucho actor televisivo hay por aquí... además de Bichir (sale en la última temporada de la inmerecidamente desconocida Weeds) aparecen Rodrigo Santoro (Lost, aunque últimamente está en todas partes este tío) o Santiago Cabrera (Heroes, también hace aquí un muy buen papel). Mención aparte merece Unax Ugalde, actor malo donde los haya, que destroza, con su innegable talento para tal fin, un personaje ya de por sí poco llamativo (de hecho, aunque aparece durante todo el metraje, lo que hace básicamente es pasearse por la selva con una cara de gañanazo exageradísima).

Unax en su único momento no esperpéntico de toda la película

El argentino es una película rara, que toma riesgos con su falta de riesgos y que se siente excesivamente fría, documental, pero a su vez posee una elegancia y una sobriedad que de otro modo no sería posible. Quizá una película más normal, más apasionada, habría sido mejor, pero a mí esta ya me parece bien. Eso sí: por supuesto, sin Benicio del Toro no sería nada. A ver qué tal Guerrilla aunque, por los votos en la IMDB, prefiero no hacerme muchas ilusiones.

Valoración: 7/10.

lunes, 1 de septiembre de 2008

Hellboy 2: El ejército dorado

Título original: Hellboy 2: The Golden Army.
Dirección: Guillermo del Toro.
Guión: Guillermo del Toro.
Reparto: Ron Perlman, Doug Jones, Selma Blair, Luke Goss, Anna Walton, Jeffrey Tambor.


La primera película de Hellboy me gustó, nada más. Sin embargo, las críticas que ha venido recibiendo su secuela desde su estreno en los Estados Unidos (y en casi todos los países del mundo, que en España siempre somos de los últimos, coño, aunque como esta vez la culpa es de El caballero oscuro no me quejaré demasiado) han hecho que los dientes se me pusieran más y más largos con el paso del tiempo. No es que las valoraciones recibidas hayan sido especialmente prometedoras, sino que todas destacaban lo mismo: el hecho de que Guillermo del Toro desatara en Hellboy 2 todo su potencial visual. Lo cual, teniendo en cuenta su enorme capacidad para crear imágenes fantásticas, insinuada en sus primeras películas y demostrada en Hellboy y, muy especialmente, El laberinto del Fauno (unión de talento visual y calidad cinematográfica), no es decir poco.

Hellboy, junto a su novia, la pirokinética Liz Sherman, y el semianfibio Abe Sapien, trabaja para el gobierno de los Estados Unidos; sin embargo, sus poco sutiles métodos hacen que cada vez sea más difícil ocultar sus existencia al mundo. Finalmente, se descubrirán a la humanidad durante su misión para detener el intento del príncipe elfo Nuada, del reino subterráneo de Bezmorra, de apoderarse de las tres piezas de una corona para destruir el mundo de los hombres mediante un ejército de máquinas creadas siglos atrás por los goblins.


Efectivamente, El ejército dorado no me ha decepcionado en absoluto, dado que mis aspiraciones eran esencialmente las de ver una película de fantasía entretenida con un apartado visual sobresaliente. En resumen, la nueva película de Del Toro es lo que la crítica especializada comenta: una demostración de creatividad. Y, copiando descaradamente a Ángel Luis Sucasas, conocido internetil mío y colaborador de la revista Scifiworld, aclaro la función de tal demostración: servir como campo de pruebas para su futura obra magna, El Hobbit. Para el blasfemo que no sepa de qué hablo: Del Toro se encargará de la adaptación cinematográfica del preludio a cierta famosa trilogía (ahora ya a quien no me coja le doy con un ladrillo en la sien) escrita por J.R.R. Tolkien. Preludio que, por cierto, me gusta mucho más que la trilogía en sí.

Y es que, de hecho, hay en El ejército dorado gran cantidad de elementos que recuerdan al universo de ESDLA, y muy particularmente a la traslación de Peter Jackson. No sólo en cuanto a criaturas (en el cómic, que yo sepa, no hay elfos ni goblins ni trolls ni bichos por el estilo), sino también argumentalmente. Hay más, pero se me ocurren ahora dos parecidos muy obvios: el hecho de que (por así decirlo) un instrumento de poder esté dividido entre diferentes razas y la historia inicial que cuenta a Hellboy su padre adoptivo (la única escena en la que aparece John Hurt). Este cuento me ha recordado visualmente a MirrorMask, infravalorada e infraconocida película de los maestros del cómic Dave McKean y Neil Gaiman, pero, sobretodo a El laberinto del Fauno, concretamente el momento en que la protagonista narra un cuento a su hermano nonato.

Hay muchísimos elementos que acercan ambas películas. Lo cual resulta, en cierto modo, obvio, teniendo en cuenta que comparten director-guionista; sin embargo, ambas obras están unidas más que lo meramente estilístico. Podría incluso considerarse (eso sí, en el supuesto de que la fantasía de El laberinto existiese verdaderamente) que forman parte de un mismo universo, puesto que el reino subterráneo de Bezmorra aparece tanto en esta como en aquella, y se accede a él mediante portales, como decía el Fauno (aunque también decía que el portal que él guardaba era el último) En cualquier caso, esto ya es pura conjetura sin demasiado fundamento ni necesidad. Lo importante es que Del Toro reanuda lo que ya iniciara en su, hasta ahora, única obra maestra, pero desde un ángulo completamente distinto.

Oh, Dios, me encanta esta escena

Dentro de la espectacularidad visual de Hellboy 2 cabe destacar, por supuesto, a los seres que la pueblan. Del Toro puso un cuidado enorme en el diseño de todos y cada uno de sus personajes, hasta el más insignificante, y eso se nota. Cualquiera de ellos podría tener un papel protagonista y seguiría resultando visualmente perfecto (el único modelo que no me ha convencido ha sido, precisamente, el de los integrantes del Ejército Dorado). La impresionante escena del mercado de los trolls es el punto donde en mayor medida se acumula el bizarro poderío visual del cineasta. Un par de los personajes que aparecen en la película recuerdan mucho al -creo que le llaman así- Hombre Pálido de El laberinto; pero lo cierto es que, con lo geniales que son, cuesta criticarle esto a Del Toro. Ambos están, además, interpretados por Doug Jones, el Fauno, el Hombre Pálido y, aquí, Abe Sapien (doblado por José Mota, de Cruz y Raya, para mi alivio de forma decente), al que ya cogimos cariño en la película original. Su importancia y su número de apariciones es mucho mayor que en Hellboy, lo cual se agradece, pues resulta tan buen personaje como el propio protagonista (perfectamente interpretado por el rarísimo Ron Perlman).

Los demás personajes no llegan a poseer el carisma de los dos antes mencionados, pero tampoco están mal. Liz me encanta (será porque me encanta Selma Blair), y sus discusiones con Rojo son divertídisimas; no se echa para nada en falta el personaje del agente joven de la primera película, tan sólo necesario para introducirnos en la trama en aquella ocasión, y de cuya ausencia sólo se habla con un chiste, muy de pasada; el jefe, Mannings, pasa de ser un tío odioso a un bufón graciosete; el Dr. Krauss, ente protoplásmico o alguna pollada por el estilo, tiene sus momentos, aunque lo mejor del personaje es también el diseño, y su presencia no va mucho más allá de lo que mola verlo hacer cosas raras. Su doblaje en español corre a cargo de Santiago Segura (¿a quién coño quieren venderle la película?), que resulta divertido, y que además tiene un cameo. Peor que en la primera, eso sí. El malo, un elfo oscuro, tiene unas escenas de lucha impresionantes; el personaje de su hermana gemela es muy tierno, y también lo es su relación con Abe. Quien, por cierto, ¡usa lentillas! Puntazo.


Me doy cuenta de que al mencionar a los secundarios me he visto obligado a hablar en muchos casos del humor. El tono humorístico resulta fundamental para la película, que como ya digo basa su interés en entretener al espectador, sin más pretensiones. Yo me he reído mucho (el resto de la sala no tanto como yo... creo que los cabrones me miraban mal); aunque haya algunas chorradas, el humor blanco, en muchos casos absurdo, es muy satisfactorio. Lo mejor: Rojo y Azul bebiendo birras. Una escena casi más bizarra que los seres de Del Toro. Hay algunos momentos serios, pero son los menos y los obligatorios, especialmente el final; no me imagino la última batalla en tono cómico.

El argumento, como el avispado lector habrá podido deducir, es más bien pobre, y poco original. Hay resonancias de Frankenstein y King Kong, así como de obras modernas; no sólo de El señor de los anillos y El laberinto del Fauno, sino también de Men in Black, Las crónicas de Riddick o El retorno de la momia (aunque estoy seguro de que la historia del control de un ejército artificial es muchos siglos más antigua que eso). Ciertos aspectos de la trama no están nada bien desarrollados (desaprovechadísimos el Ejército -¿por qué la película lleva su nombre por título, aparte de porque suena guay?-, el descubrimiento de la existencia de Hellboy y la sugerencia de Nuada de que se una a él), y algunas decisiones de los personajes no resultan consecuentes. Pero el ver una película que, que regalándome imágenes como la aparición repentina de vegetación en medio de una metrópolis, me impresiona tantísimo visualmente y que no pretende más que eso, para alguien que concibe el cine como básicamente un método de entretenimiento, resulta más que suficiente y más que bienvenida.


Valoración: 7/10.