miércoles, 31 de octubre de 2007

Películas de Jim Henson: Cristal Oscuro y Dentro del laberinto

Título original: The Dark Crystal / Labyrinth
Dirección: Jim Henson, Frank Oz / Jim Henson
Guión: David Odell / Terry Jones
Reparto: Jim Henson (voz), Kathryn Mullen (voz), Frank Oz (voz), Dave Goelz (voz) / Jennifer Connelly, David Bowie, Toby Froud, Brian Henson (voz), Ron Mueck (voz), Dave Goelz (voz).

Vi Cristal Oscuro y Dentro del laberinto por tres motivos básicos. Primero, en una encuesta de Yahoo.com vi una encuesta sobre películas de fantasía, y me quedé pillado de haber visto, de las cinco opciones que había, sólo La princesa prometida (peliculón, por cierto), La historia interminable (mucho peor que el libro) y Willow (entretenida nada más); segundo, que me gustó la serie El cuentacuentos, creada por Jim Henson, que vi este verano; y tercero, que Meet the Feebles me dio ganas de ver películas con marionetas. No deja de tener su miga que esta película precisamente, tan diferente a las que me dispongo a comentar, tuviera su importancia en mi decisión de verlas.

El argumento de Cristal Oscuro es el siguiente: en un mundo desconocido para nosotros, mil años después de que un miembro de la raza de los Urskeks separara un fragmento del Cristal Oscuro, que mantenía el equilibrio, dividiendo a su raza entre los Skekses, viles lagartos, y los Místicos, sabios apacibles, ligadas inevitablemente entre sí, mil años después, decía, se va a cumplir una profecía: un Gelfling recompondrá el Cristal Oscuro, destruyendo el gobierno tiránico de los Skeksis... o morirá en el intento, quedando el mundo sumido para siempre en el mal.


Cristal Oscuro es una película extraña. No por el argumento, que no es especialmente raro dentro de su género, sino sino por su difícil clasificación dentro de un grupo de edad. Si bien tiene ciertos toques de comedia dirigidos a ellos, a los niños les resultaría demasiado oscura y seria; les darían miedo los personajes, incluso los Gelflings (que tienen una cara de cabra bastante siniestra, a la que el bicho de los ojos de El laberinto del fauno tiene un aire). A los adultos normales les parecería un tema demasiado infantil. Así, queda relegada a un grupo muy concreto: los que tienen las mentes abiertas a todo, los que gustan de las historias de fantasía y no sienten reparos al pensar que, si las ven, serán raros. Es decir, los frikis. De ahí el estrepitoso fracaso que obtuvo en taquilla, aunque, por suerte, con los años se la ha reconocido como lo que es: una obra maestra. De culto, por supuesto.

Además del magistral trabajo de los marionetistas Henson y Oz (conocido no sólo por sus títeres, que incluyen a Yoda, sino también por películas como la muy reciente un Funeral de muerte), destaca la adultización de elementos comúnmente asociados a críos, como pueden ser las marionetas, pieza central, pero también la magia o los mundos imaginarios. Aquí las marionetas no son simpáticas e idealizadas sino realistamente desagradables, y en el mundo de los Skeksis hay muerte y caos, un mundo devastado por el miedo, en lugar de por el simple ansia de poder. Eso sí: algún que otro punto excesivamente infantil (la cosa-perro o algún chistecito fácil), hecho como por culpa de no tener claro los directores quién iba a ser el destinatario, lastra ligeramente el conjunto. Van a sacar una segunda parte dentro de dos años, dirigida por Genndy Tartakowski, el creador de la serie de animación de Las Guerras Clon. La serie me gusta, pero dudo que la película sea buena, porque Clone Wars tiene muy, muy poco argumento.


Labyrinth habla de Sarah, una adolescente fantasiosa interpretada por una jovencísima Jennifer Connelly, que se siente frustrada porque sus padres aprovechan que no sale por las noches de fin de semana para hacerlo ellos y que la hija cuide del bebé de la familia. Sarah se queja en voz alta, y desea que los goblins se lleven a su hermano para siempre; el Rey de los Goblins, Jareth (papel curiosísimo de David Bowie), la oye, y satisface sus deseos, reteniendo al niño en su castillo, en el centro de un laberinto. Sarah deberá recorrer el difícil camino hasta el castillo en trece horas para recuperar a su hermano.

Dentro del laberinto es muy diferente de Cristal Oscuro. Es mucho más típica, en el sentido de que es una película de fantasía con marionetas para nenes. Eso sí: tiene un guión espléndido, con un ritmo que mantiene un interés constante, diálogos muy ingeniosos y muchísimos momentos humorísticos provocados por personajes a cada cual más entrañable, entre los que destacan los tres amigos de Sarah: Hoggle, un duende avaricioso y sin amigos; Ludo, una especie de yeti rojo de inteligencia limitadilla, y Sir Didymus, un zorro con un parche en el ojo, que habla y se comporta cual caballero medieval (a lo que ayuda su corcel, el cobarde perro Ambrosius).


Las canciones no son especialmente buenas, pero David Bowie es garantía de un cierto nivel, al menos, y su actuación es probablemente lo más llamativo del filme; interpreta al malo, que en realidad no es tan malo, ni mucho menos. En dos de las escenas más logradas aparece él: el baile de Carnaval veneciano y el final, que le da a los actos de su personaje una lógica muy especial. De todas formas, para mí lo mejor, aparte, desde luego, de las marionetas (en especial Sir Didymus y su corcel, que me encantan), es ver a la gran Jennifer Connelly en uno de sus primeros papeles.


Lástima que ya no se hagan películas de fantasía como las de antes. Cristal Oscuro. Dentro del laberinto. La princesa prometida. Willow. La historia interminable. Legend. Lady Halcón. Dragonheart. Putas productoras, que saben lo que les conviene y ya no quieren usar los efectos especiales como caramelo, sino como manzana. En fin. Siempre nos quedarán los 80.

Valoración: 8/10 / 7,5 /10.

domingo, 28 de octubre de 2007

El orfanato

Dirección: J.A. Bayona.
Guión: Sergio G. Sánchez.
Reparto: Belén Rueda, Fernando Cayo, Roger Príncep, Geraldine Chaplin, Montserrat Carulla, Mabel Rivera, Andrés Gertrúdix.


El orfanato es un caso único en el cine español. Ha superado en recaudación a todas y cada una, excepto a Torrente 3 (y luego nos quejamos de que sólo hacemos películas malas), incluso a las de Amenábar, y eso que Los otros incluso contaba con un reparto internacional. Avalada por Guillermo del Toro, director de Hellboy, El espinazo del diablo o, más recientemente, El laberinto del fauno, que le valió unos cuantos Oscars a España aun siendo su creador mejicano, no es de extrañar que la película de Juan Antonio Bayona se haya beneficiado del muchísimo bombo que se le ha dado. Y no sólo en taquilla, sino que también ha sido seleccionada para representar a España en los Oscars. Anda que no sabemos ni nada.

Una mujer, Laura, va a vivir con su marido y su hijo Simón al orfanato donde se crió. Su intención es organizar allí una residencia para niños discapacitados mentales. Las cosas, por supuesto, se tuercen; Simón, que es adoptado y tiene SIDA, tiene amigos imaginarios, y en la casa hace unos cuantos más. Seis, concretamente. Una serie de acontecimientos que mejor no relato hacen que Laura se de cuenta de que los amigos imaginarios no son precisamente imaginarios. Y menos amigos.

Nos encontramos con un filme de terror muy sólido, que mantiene el ritmo durante casi todo el metraje (el interés decae ligeramente al inicio del último cuarto, más o menos, pero se recupera y se intensifica), y que cuenta con un reparto femenino notable: no solo Belén Rueda, que se ha desaprovechado vergonzosamente en la televisión, nos obsequia con una gran actuación, sino que también lo hace una Geraldine Chaplin en estado de gracia en el papel de una médium. Cuesta encontrar una película de terror que, al menos, mantenga en tensión al espectador desde el inicio de la acción en sí hasta el final, pero El orfanato lo consigue.


Todos sabemos lo complicado que es innovar en general, y en cine en concreto, y ni Sergio G. Sánchez, guionista, ni Bayona han hecho algo nuevo. Vale que la película funciona bien en conjunto, pero es que se para uno a pensar y, salvo la explicación última de los acontecimientos, todo ha sido tomado de filmes, muchos de ellos muy conocidos. La influencia más clara es Los otros (niño enfermo y con amigos invisibles que están en una casa nueva con su madre escéptica, fenómenos fantasmagóricos, madre que se vuelve loca, etecé), pero también hay mucho de El espinazo del diablo (orfanato con fantasmas de niños siniestros, enfermedades) y de ese bazofio que era la francesa El internado (las escenas finales son una copia descaradísima de las de ésta, pero más inteligibles, y hasta en el título las confunde uno). Lo mejor: que todo está perfectamente ensamblado, de forma que, en conjunto, todo funciona mejor que en las tres anteriores. Hay más influencias, me imagino, pero no se me ocurre ninguna tan clara.

Una cosa que, creo, sí ha aportado la cinta es que hay un lápsus temporal a la mitad del metraje; es decir, que a parte del típico prólogo ocurrido treinta años antes y tal, hay un intervalo de seis meses entre las dos partes en que se divide la película. Otra cosa que creo original y me ha parecido la mejor escena es la de "Un, dos, tres, toca la pared". Tremendo. Por cierto, a eso en Cataluña le llamamos "Pica paret", pero creo que en el resto de España es "Escondite inglés", no "Toca la pared". Qué más dará, ¿no? Comentar también que lo único de todo el filme que podría considerarse como muestra del estilo propio del director son las dos o tres imágenes altamente desagradables, que a las mentes de persona normal (de esto se deduce que me excluyo de tal clasificación) le molestarán. A parte, dos o tres respingos cabronazos, musiquita tétrica y subidas de volumen que ya parecen cosa obligada, y creo que no se me olvida nada.

En definitiva: El orfanato es una muy buena película, con un gran final, sorprendente pero no tan rebuscadísimo e hijo de puta como el de otras obras del género, pero que pierde si uno se da cuenta de que no tiene nada de original. De todas formas, Tarantino también toma muchísimas ideas y tramas de películas (no tan conocidas, eso sí) y poca gente le critica. Yo por descontado que no. Además, siempre se agradece una película de terror de calidad, más si es española... y mejor esto que Torrente 3, ¿no?


Valoración: 6,5/10.

sábado, 27 de octubre de 2007

Ovejas asesinas

Título original: Black Sheep.
Dirección: Jonathan King.
Guión: Jonathan King.
Reparto: Nathan Meister, Peter Feeney, Danielle Mason, Glenis Levestam, Tammy Davis, Tandi Wright, Oliver Driver.

Por Dios. Qué bueno lo de "Get the flock".

Muy pocas veces llegan a los cines películas del estilo de Black Sheep (me negaréis que mola más el título original), que aterrizó en España unos pocos meses atrás junto a Desmembrados, en una sesión doble que sí recuperó el espíritu del Grindhouse, no como otras cuyo título indica. Eso sí: sólo compraron copias unos pocos cines. Ninguno que me pille cerca. Así, me he visto obligado, sabiendo como sé que en los videoclubs que tengo cerca tampoco van a llegar y, qué cojones, porque me es más cómodo y no tengo ingresos ningunos, a bajármelas. De momento, como sólo he visto la de las ovejas, la comento. Ya haré una entrada para Desmembrados en su momento.

En un rancho de Nueva Zelanda viven un padre ganadero de ovejas y sus hijos, uno de ellos, el menor, educado y adorador del hombre; el otro, en cambio, es la oveja negra. Que conste que no he concebido eso como chiste. Por desgracia, el padre muere al caer por un barranco mientras persigue a una oveja ciega. Esto causará un profundo trauma en el hijo menor, una ovejafobia, o así. Muchos años después, el chico vuelve al rancho para vender a su hermano, que se ha hecho cargo del negocio, su parte de la herencia; sin embargo, para sacar más dineros, el ganadero está invirtiendo en unos experimentos genéticos. Dos ecologistas desatarán una infección aterradora al intentar destruir el laboratorio...


Algo huele a podrido en la Tierra Media... digo, en Nueva Zelanda. No sé si fue Peter Jackson el que inició el gore en dicho país, pero sí que es el máximo exponente, y que Mal gusto y, sobretodo, Braindead son obras maestras del género (no sé si contar Meet the Feebles, menos conocida y con marionetas, y que por cierto me gusta más aún que las anteriores), con una mezcla perfecta entre sangre, vísceras y humor. Ya hablaré más detalladamente sobre el cine de Peter Jackson, el "malo", en una entrada que estoy preparando, que incluirá chorras del calibre de Payasos asesinos del espacio exterior o Alaridos. Black Sheep sigue esa estela, y desde luego es una maravilla que llegue bien a nuestro país. ¿Que no la ha visto/ verá ni Dios? Pues claro, pero llegar llegó, que es lo que cuenta. Aunque no creo que traigan muchas más, porque no me consta que el proyecto de sesión doble fuera un éxito. No tengo datos, en cualquier caso.

Ovejas asesinas es, básicamente, un descojono. Ya la idea es impresionante: a cualquiera se le ocurriría que unos zombis atacaran a las gentes, pero, ¿unas ovejas? Enorme. Lo mejor es que el tono humorístico, a parte de algún chiste, lo imagina el espectador: los diálogos y los personajes son serios, al contrario que en la mayor parte de las obras del cine gore. Por tanto, y como todas las cosas que se toman en serio, hace más gracia. Claro que reírse con unas ovejas que muerden cuellos (y penes, claro que sí) o un tipejo que confiesa haber unido sus genes con los de una -muy bella, por cierto- oveja por medios naturales es como muy fácil.


Dejando de lado los ataques ovejiles (¿ovejunos?) y las consecuentes mutilaciones, uno de los mejores puntos es el de los hombres-oveja. Habréis pensado en hombres-lobo al leer eso; efectivamente, la mecánica es similar. La oveja mutada muerde a una persona, y esta se transforma poco a poco en una aberración de la naturaleza, fusión de hombre y borrega. Sin palabras se queda uno. Lo peor: que es curable. En fin, no todo es perfecto, y a veces los guionistas tienen un apego insustancial por sus personajes. Qué le vamos a hacer.


Valoración: 7/10.

martes, 23 de octubre de 2007

Muerte, cama y desayuno

Título original: Dead & Breakfast.
Dirección: Matthew Leutwyler.
Guión: Matthew Leutwyler.
Reparto: Ever Carradine, Gina Philips, Erik Palladino, Oz Perkins, Jeffrey Dean Morgan, Brent David Fraser, Bianca Lawson, Jeremy Sisto, Zach Selwyn, David Carradine.


Si he visto Dead & Breakfast (jamás pondré el título en español, porque pierde la chispa del original) es porque tenía entendido que salía David Carradine (pronúnciese como se lee, que mola más). Salir sale, pero... en plan cameo, nada más. Será porque su ¿sobrina? Ever, protagonista, le convenció para hacer un papelito, pero vamos, que sale como veinte segundos. Aclarado esto, procedo.

Un grupo de adolescentes va en una caravana a la boda de una amiga (interpretada, en la única escena en que aparece, por Portia de Rossi, de Ally McBeal). Deciden pasar la noche en un pueblecito; una vez allí, se acogen en el hostal del señor Wise, un budista misterioso (éste, éste es el Carradine). Esa misma noche, el cocinero que allí trabaja es asesinado; poco después, el señor Wise muere de un ataque al corazón. El sheriff impide a los jóvenes abandonar el pueblo. Al día siguiente, mientras la mayoría del grupo está en una fiesta, Johnny, primo de la novia, un chico religioso y extraño (ambas cosas se conjugan perfectamente con sólo decir que reza por los animales que atropella mientras conduce), abre sin querer una caja del señor Wise, una caja sobre la cual previamente un vagabundo ha alertado a una de las chicas...


Aunque no salga Carradine, lo cierto es que la película está muy bien. En el apartado interpretativo tenemos lo típico del género de terror independiente, o sea, nada del otro mundo, pero Carradine le da algo de glamour, y además tenemos a Jeffrey Dean Morgan interpretando al sheriff, que se hace con el protagonismo masculino, a pesar de que en principio pertenezca al chaval de la herida en la cabeza (Palladino) y al vagabundo (Fraser). Morgan no es un actor conocido: tan sólo ha aparecido en series como Anatomía de Grey o Weeds (serie que, por cierto, recomiendo a todo el mundo), pero interpretará al Comediante en la futura Watchmen (la película a la que más ganas le tengo, hoy por hoy), y -veréis- el papel le dará un empujón importante, porque el hombre es bueno.


Dead & Breakfast tiene sus mayores influencias en dos clásicos como Evil Dead y La noche de los muertos vivientes; en el primero, por las posesiones, y en el segundo, por el hecho de hacerse fuertes contra una invasión 'zombi' en una casa. Ambas cosas han sido repetidas hasta la saciedad, pero sé que La noche fue pionera en lo suyo, y me suena que Evil Dead (ODIO el título Posesión infernal, ya que condujo a esa desgracia de título aún mayor Terroríficamente muertos) también, aunque ahí ya no estoy seguro. La pelicula reproduce, como digo tópicos del género, pero burlándose de ellos: cuando el vagabundo explica cómo funciona el asunto de la caja al grupo de chavales, uno de estos comenta que "parece el argumento de una mala película de terror". Una buena forma de quitarle importancia a la chorrez argumental. Me la apunto.

No hay mucha innovación (ninguna, más bien), pero lo cierto es que la película íentretiene muy bien. La sangre, sobretodo si viene acompañada de tiros, y más si se pegan con armas bizarras (como las tuberías-llave inglesa-martillo que aquí hacen de escopeta), siempre viene bien, y el tono de humor favorece a las películas de 'terror', aunque no tengan sentido (¿por qué no atacan la casa de golpe todos los malos? En fin). Diálogos graciosetes, personajes a los que gusta que maten y música que a priori no pega nada con el ambiente. Atención al guitarrista country.


Valoración: 6/10.

domingo, 21 de octubre de 2007

Almas de metal

Título original: Westworld.
Dirección: Michael Crichton.
Guión: Michael Crichton.
Reparto: Richard Benjamin, James Brolin, Yul Brynner, Alan Oppenheimer, Norman Bartold.


En el futuro, existe un parque de atracciones donde los visitantes pueden vivir en la antigua Roma, en la Edad Media o en el Oeste americano de finales del XVIII, e interactuar con robots con forma humana programados de forma que son incapaces de hacerles daño. Los técnicos empiezan a detectar fallos en las máquinas; primero son pequeños errores pero, cuando un visitante muere y, a pesar de que la energía es desconectada, los robots siguen funcionando... pues sí, mejor preocuparse.

Lo mejor de Westworld es sin duda su premisa. El meter un western dentro de una película de ciencia ficción merece ser aplaudido, pero lo cierto es que, ni habiéndola dirigido el propio escritor de la novela en que se basa el filme (Michael Crichton, mucho más conocido por Parque Jurásico, con similitudes más que evidentes con la novela-película que nos ocupa), está totalmente aprovechada.

Se podría haber alargado considerablemente el asunto, y es que -me imagino que por cuestiones monetarias- desde que se desencadena el caos hasta que éste finaliza transcurren poco más de veinte minutos; a pesar de las muchas posibilidades de la rebelión de las máquinas, todo se reduce a una persecución llevada a cabo por el personaje de Yul Brynner, un cowboy robótico harto de que se lo cepille a balazos cualquier idiota (¿y quién hay más idiota que el tipejo este del bigote?), que tiene quizás cuatro líneas de diálogo en todo el filme, y que es una inspiración clarísima del Terminator de Cameron. Incluyendo el brillo de láser en el ojo.


Aun así, y por mucho que se nos pinte a Brynner (Los Siete Magníficos) como protagonista, su aparición tampoco pasa de los veinticinco minutos, aproximadamente. El protagonista es un soso Richard Benjamin, acompañado por James Brolin, que sí está mejor pero que no sale tanto. Y es una pena que no tenga una mayor importancia el personaje del robovaquero, porque, junto con la idea, es de lo mejor.

A pesar de los problemas mencionados, la película funciona bastante bien, además de por la idea (¿he mencionado ya lo buena que es? ¿Sí? Me la suda), por la lograda ambientación de cualquiera de los tres mundos, que nos hace desear que realmente existiera un parque de atracciones así, con increíbles aventuras por vivir (me encanta esa expresión, por ser cutre y aunque lo sea), con robots a los que cargarse impunemente y, primordialmente, con doncellas, esclavas o prostitutas barra cabaretistas a las que tirarse.


Valoración: 6,5/10.

sábado, 20 de octubre de 2007

Huelga de guionistas en Hollywood

Ya desde hace un tiempo los escritores de películas y series de televisión hollywoodienses vienen negándose a aceptar sus malas condiciones laborales. Pues bien: tras una reunión, los representantes del sindicato no han llegado a ningún acuerdo, y la huelga sigue indefinidamente. Esperemos que se mejore la situación de estos guionistas, porque su trabajo no se reconoce como es debido, aun siendo la base de todo. Por lo menos en las series, porque las películas de Hollywood, lo que es guión no es que tengan mucho.

Fuente.

Supersalidos

Título original: Superbad.
Dirección: Greg Mottola.
Guión: Seth Rogen, Evan Goldberg.
Reparto: Jonah Hill, Michael Cera, Christopher Mintz-Plasse, Bill Hader, Seth Rogen, Martha MacIsaac, Emma Stone.


Queda bastante claro que Judd Apatow es el rey del cine cómico de esta década. Productor de El reportero: La leyenda de Ron Burgundy, Virgen a los 40 y Pasado de vueltas, protagonizadas, en solitario o en conjunto, por Will Ferrell y Steve Carell (los actores de comedia más importantes del momento, si no contamos a los más veteranos como Ben Stiller o Jack Black), este mes nos llegan a España otras dos obras suyas: Lío embarazoso y la que nos ocupa, Supersalidos.

Un chaval considerablemente friki e irrespetuoso, además de quemadísimo, Seth, es invitado a una fiesta de graduación por la chica que le gusta. Su mejor amigo, Evan, chaval friki también, pero más tímido y romántico, también irá; cuando otro amigo, éste ya ultrafriki y ultraquemado, Fogell (o McLovin), les muestra su carnet falso, Seth ofrece a la chica llevar bebida a la fiesta, alentado por la posibilidad de emborracharla y, digamos, yacer con ella.


He leído muchas críticas que comparan Supersalidos con American Pie. En efecto, se parecen: chavales salidongos desesperados por, digamos, folgar, antes de dejar el instituto... y separarse. Pero, a pesar de lo novedosa que resultara la que todos conocemos, Supersalidos es mucho mejor, básicamente por los personajes y los diálogos. Vale que hay muchas películas sobre adolescentes buscando, como diría mi padre, seso, con situaciones totalmente inverosímiles y desopilantes, pero ninguna está tan bien escrita como ésta.

Y es que, además de los chistes típicos, las conversaciones mantenidas entre los policías y Fogell y entre Seth y Evan son más en plan Pulp Fiction o Clerks (salvando las distancias) que al estilo clásico. Me imagino que no hay aquí tanta improvisación como en Virgen a los 40 & Co., y por tanto el humor no tiene esa espontaneidad absurdísima que personalmente me encanta, sino que tiene más bien una naturalidad muy creíble y en la que los que hemos sido (o, como es mi caso, somos) adolescentes gorrinacos nos vemos reflejados. Y que personalmente, como me imagino que habrá notado el lector, también me encanta. Lo mejor del guión es que los personajes principales están basados en los propios guionistas -uno de los cuales, Seth Rogen, es actor, y aquí interpreta a uno de los polis, grandes personajes también, ya que estoy- hasta el punto de que ni siquiera se llaman de una manera diferente. Puntazo, ¿eh?


El representante del humor más pastelero (por American Pie, se entiende. Lo siento, de verdad, pero no se me ha ocurrido ningún adjetivo mejor) es Fogell o, como reza su carné falso, McLovin (así, sin nombre ni mierdas), interpretado por el debutante Christopher Mintz-Plasse, que es un arquetipo de empollón memo pervertido y verbalmente atrevido, pero que, si se le presentara alguna oportunidad de, digamos, hacer cosas malas (y aquí no me refiero sólo al seso), no sabría qué hacer. Me imagino que todos conocemos a alguien así; bien, pues imaginemos que se enfrenta a situaciones de 'peligro'. Ése es Fogell. Lo cierto es que a mí el personaje me ha hecho especial gracia porque es clavado, incluso físicamente (aunque en guapo. Imaginad.), a uno que conozco, si bien el conocido no es empollón memo, sino directamente memo. En fin.... me pierdo, me pierdo.


Entre tantísima chorrada sustentada en guiones de página y media y en efectos especiales, las producciones de Apatow entran tan bien como una Fanta-naranja en la garganta de Evan (supongo que la analogía será más fácil de entender, o le parecerá mejor, al que haya visto la peli). Supersalidos está al nivel humorístico de Pasado de vueltas o cualquiera de las demás, pero además redefine el género de la comedia de adolescentes, estancado desde hace ya unos diez años, aprox punto, sin olvidar que tiene dosis de crítica social -borreguismo adolescente, incompetencia policial- y un mensaje, la importancia de la amistad, por encima de la de ser guay o la de perder la virginidad, un mensaje mejor simbolizado en la última mirada que en la escena dedicada a su conclusión. A pesar de que la parte de la fiesta no mantiene el nivelazo del resto del filme, sin duda merece la pena ver Supersalidos, con lecturas tanto para los fans de Steve Stifler como para los de Ricky Bobby. Mención especial a la escena del flashback de Seth y, por extensión, a los créditos finales.

Valoración: 7,5/10.

viernes, 12 de octubre de 2007

El fin de la inocencia

Título original: Twelve and Holding.
Dirección: Michael Cuesta.
Guión: Anthony S. Cipriano.
Reparto: Conor Donovan, Zoe Weizenbaum, Jesse Camacho, Jeremy Renner, Michael Fuchs, Anabella Sciorra, Jayne Atkinson, Linus Roache, Marcia DeBonis, Tom McGowan.


Unos matones amenazan con destruir la casa del árbol de cuatro amigos preadolescentes: los gemelos Rudy y Jacob, uno valiente y el otro débil, el obeso Leonard y Malee, madura e inteligente. Rudy y Leonard entran allí para protegerla, pero se quedan dormidos; inconscientes de su presencia, los dos gamberros incendian la construcción con sendos cócteles Molotov. Mientras baja tan deprisa como puede, Leonard cae y se golpea la cabeza. Rudy, en cambio, queda atrapado dentro. A raíz de este suceso, Leonard pierde los sentidos del gusto y el olfato y, liberado de la atracción por la comida, decide hacerse deportista; Malee, yendo del funeral a la consulta psiquiátrica de su madre, conoce a Gus, un obrero del que se enamora; Jacob, en busca de venganza por la benevolente condena impuesta a los accidentales asesinos, decide atormentarlos y matarlos.

Muy a menudo vemos películas que buscan conmover al espectador a través de sucesos trágicos, pero la mayoría son simples pastelazos. Sólo unas pocas elegidas, entre las que se encuentran, por ejemplo, las conformantes de la (hasta ahora, y espero que así quede porque ya se repite el hombre) trilogía de Iñárritu (Amores perros - 21 gramos - Babel), consiguen provocar la catarsis en el espectador. Twelve and Holding forma parte de este segundo grupo.


El fin de la inocencia tiene un inicio brutal, el que más ha impactado a un servidor en los últimos años, seguido de cerca por el linchamiento de Crónicas. Muy pocas veces se le crea a uno un nudo en el estómago cuando sólo hace diez minutos que conoce a un personaje. Pero no se queda ahí la cosa, porque durante todo el metraje Cuesta y, por supuesto, el guionista, Cipriano, consiguen provocar en el espectador todo tipo de sentimientos. A esto contribuyen también los tres niños actores protagonistas, maravillosos, que se comen a los actores adultos, entre los que se encuentra alguna que otra cara conocida, como la de Anabella Sciorra (El funeral, La mano que mece la cuna).

Las tres historias son muy buenas, si bien en bastantes momentos previsibles. En la de Leonard, se usa el rechazo que le profesan sus padres a raíz de su nuevo punto de vista alimenticio para ejemplificar el aislamiento de los que son diferentes del resto de miembros de su familia; la de Malee habla de la búsqueda de afecto, del amor prohibido llevado a la obsesión y no tomado nunca en serio.


Pero, sin duda, la más dolorosa de las tres partes es la de Jacob, el protagonista absoluto, marcado desde la infancia -física y mentalmente- por una señal de nacimiento en la cara, que cubre con una máscara de Jason para ocultar su verdadero ser y así sentirse más fuerte. El espectador siente con el personaje la ira, el odio, la impotencia y, finalmente, la comprensión, para pasar a sentirse decepcionado por él, por su caída ante el orgullo, la moral y el odioso deseo de agradar a los padres haciendo lo correcto.

La mejor baza de Twelve and Holding es la identificación del espectador con los protagonistas, en la edad más difícil de la vida. Porque, ¿quién no se ha sentido aislado de su familia, quién no se ha debatido entre la presión social y los sentimientos propios o, por lo menos, quién no ha sido despreciado por ser demasiado joven? Sin duda, una de las mejores películas del año, que, obviamente, pasó totalmente desapercibida en taquilla.


Valoración: 8,5/10

domingo, 7 de octubre de 2007

Promesas del Este

Título original: Eastern Promises.
Dirección: David Cronenberg.
Guión: Steven Knight.
Reparto: Viggo Mortensen, Naomi Watts, Armin Mueller-Stahl, Vincent Cassel, Sinéad Cusack, Jerzy Skolimowski.


Últimamente cuesta ver películas sobre mafia, sobretodo buenas. Este milenio hemos visto muy pocas que valgan la pena; por suerte, Scorsese nos regaló Infiltrados, pero poco más hay, la verdad. Quizá algún producto puntual que no pasa de intersante, como pueden ser Ases calientes y La prueba del crimen. Pero parece ser que, desde Spider, Cronenberg ha trasladado su estudio de la psique humana a asesinos mafiosos, puesto que, ahora que se ha estrenado Promesas del Este, Una historia de violencia no queda aislada.

Hay varios puntos en común entre ambas. Primero, y básico, el tema de los mafiosos. Segundo, la violencia brutalmente realista; de la anterior destaco la escena del atraco, que es la base del filme, y de ésta, el impresionante degüelle inicial. Y tercero, el protagonista; además de que ambos están interpretados por Viggo Mortensen, los dos son tipos duros con un secreto (que en este caso se descubre ya casi al final, aunque en Una historia de violencia era el conductor del hilo argumental).

Anna es una comadrona que trabaja en un hospital de Londres. Después de que muera una adolescente rusa con marcas de violencia tras el parto, decide traducir su diario para que su hija pueda vivir con su familia. En su búsqueda, llega a un restaurante de la mafia rusa, para la que trabaja como chófer Nikolai, quien se siente atraído por ella. La historia se divide entre la investigación de Anna y el ascenso en la familia de Nikolai y, finalmente, ambas partes convergen.


El guión de Eastern Promises es muy bueno. El protagonista es un personaje interesantísimo, tanto por sus muchas facetas (que mejor no revelo, porque descubrirlas en su momento es de lo mejor del filme) como por su astucia, que se cuida mucho de no revelar hasta que le conviene, y que hace avanzar la trama de un modo muy típico de las películas del género. No me quejo de falta de originalidad, sino que aplaudo esta mayor incursión del cineasta en la mafia. La actuación de Viggo Mortensen es magnífica; parece ser que se quiere convertir en un De Niro. No lo conseguirá en el sentido de la capacidad de actuación, claro, pero por lo menos se prepara los personajes, como en Alatriste. Por cierto, y por si a alguien le interesa, aquí tiene una escena de pelea en huevos, que personalmente me ha parecido bastante desagradable. El resto de actuaciones son muy buenas también. Destaco a Armin Mueller-Stahl, el jefe de la familia, y a Jerzy Skolimowski, el tío de Anna. Vincent Cassel también merece una meción, interpretando al típico príncipe impetuoso, en plan Sonny, pero que además se nos revela homosexual reprimido. A Naomi Watts, sin embargo, la hemos visto mejor, la verdad.


He olvidado hablar de la ambientación, que es otro de los puntos fuertes; se nos presenta un Londres oscuro, sórdido, en los barrios más apartados de la ley. Una pega de la película es el final, abrupto, cuando siendo más extenso habría quedado mejor. De cualquier manera, Promesas del Este es una excelente muestra de que el cine de mafiosos no está muerto, y de que aún puede soprender.

Valoración: 7,5/10.

sábado, 6 de octubre de 2007

Tráiler de Sweeney Todd


Ha salido (por fin) el tráiler de Sweeney Todd, musical que dirige Tim Burton, basado en la obra homónima de Broadway, en la que un barbero asesina a sus víctimas mientras las afeita. Aquí el barbero será, cómo no, Johnny Depp, y le acompañarán (también cómo no) Helena Bonham Carter y Alan Rickman, el malo de la primera Jungla, posiblemente más conocido por ser Snape en las Harry Potter. También estarán Christopher Lee (si necesitas referencias para saber quién es, fuera de mi blog) y Timothy Spall, que también sale en las de Harry Potter, haciendo de Colagusano, o en El último samurai (el fotógrafo repulsivo). Oh, y Sacha Baron Cohen/ Ali G/ Borat, haciendo un papel de... ¿torero español? Espero no perderle el respeto a Burton por eso.



Lo mejor: que es una comedia musical siniestra gótica. Lo peor: que no se estrena hasta febrero del año que viene. Después de esta, digo yo, empezará Tim con la adaptación de Grim Fandango; el sistema de juego no me gusta, pero la historia y la ambientación es perfecta para el no director de Pesadilla antes de Navidad.

viernes, 5 de octubre de 2007

Leon (El profesional)

Título original: Leon (Léon).
Dirección: Luc Besson.
Guión: Luc Besson.
Reparto: Jean Reno, Natalie Portman, Gary Oldman, Danny Aiello, Michael Badalucco, Peter Appel.


Nunca había visto Léon, no sé muy bien por qué. A lo mejor porque es francesa (¿injusto? Pues seguramente). De todas formas, como este fin de semana la dieron en la teúve y yo siempre tengo cintas de vídeo, que el mundo ha abandonado casi por completo, prestas para acoger un buen filme, me la grabé, y hoy la he visto. Y está bastante bien.

Lo primero que hay que decir de Léon es que no parece francesa, por dos motivos: la multinacionalidad de la película, que está ambientada en los Estados y que contó con un presupuesto envidiable y de ahí un reparto más envidiable aún, y lo poco de francés (fílmicamente) que tiene su director. Besson no hace películas bonitas/empalagosas y sobrias/coñazo, sino que, como demostró con cintas no necesariamente buenas como El quinto elemento o Juana de Arco, le va más lo americano, la acción, los efectos.


Léon es un asesino a sueldo francés, deduzco, residente en Little Italy desde hace años. Mata hombres (mujeres y niños, nunca; esa es la única regla) por cinco mil, que su amigo y mentor Tony le guarda. Es frío y distante, y no mantiene relación con nadie si no es por motivos profesionales. Un día, una familia vecina cuyo padre mantiene relaciones comerciales deshonestas con un inspector de Antinarcóticos muere a manos de éste, y Léon se ve obligado a cuidar de una de las hijas, que había salido a comprar.

El protagonista es un gran personaje. A pesar de su profesión y de su personalidad aparente, es un buenazo sin mucho cerebro y sin malicia, analfabeto, que vive solo con una planta, es un apasionado de Cantando bajo la lluvia y, a pesar de que debe de estar forradísimo (el hombre trabaja una barbaridad, y a cinco mil por cabeza ya me diréis), no se gasta más dinero que el justo para pagarse el habitáculo. Y para beber leche, claro. Jean Reno queda perfecto en tal papel, secundado por una Natalie Portman primeriza que ya apuntaba maneras, con la que mantiene una relación cuasi pedofílica (o sin el cuasi) poco menos que sorprendente en el cine comercial.

Por si fuera poco, está ese tremendo actor que es Gary Oldman, con sus ojos pícaros pero tristes a la vez, que clava al policía corrupto y sádico, dotándole de un histrionismo del que sólo él (y Johnny Depp -¡y no "Deep"!-, claro) es capaz. De todas formas tenía buen material, porque un tío que disfruta matando sólo a quien agradece estar vivo mientras toca mentalmente Beethoven ya sobre el papel promete.


El guión no es una cosa del otro mundo, exceptuando algún diálogo, básicamente los de Oldman, y la trama no llama la atención en especial (empieza muy bien, pero pierde poco después de las escenas del entrenamiento); lo mejor de Léon son, sin duda, los personajes. Vale la pena verla por ver a Juan Moreno de asesino sentimental, a la Portman de niña rebelde y provocativa, y a Oldman... bueno, a Oldman vale la pena verle siempre.

Valoración: 7/10.

jueves, 4 de octubre de 2007

En la cuerda floja

Título original: Walk the Line.
Dirección: James Mangold.
Guión: James Mangold, Gil Dennis (basado en la autobiografía de Johnny Cash).
Reparto: Joaquin Phoenix, Reese Witherspoon, Ginnifer Goodwin, Robert Patrick, Dallas Roberts, Dan John Miller, Larry Bagby.


Hemos visto muchos biopics sobre músicos: Ray (con Jamie Foxx, sobre Ray Charles), la impresionante Bird (de Clint, con Whitaker en uno de sus dos mejores papeles, sobre... sobre Bird, Charlie Parker), más recientemente Last Days (sobre Cobain)... Walk the Line es uno más; no es el mejor, pero sí es bueno.

Tiene bastantes puntos a favor esta película de Mangold -del que, por cierto, dentro de poco se estrenará una versión con Bale y Crowe de El tren de las 3:10, a la que le tengo muchas ganas. El más obvio es que está basada en Johnny Cash, que merecía una película como pocos. Tenemos un protagonista muy conseguido, atormentado no sólo por lo típico de los músicos (drogas/alcohol y relaciones sentimentales, se entiende) sino también por sentimientos de culpa, expandida en inseguridad, arrastrados desde la infancia. La relación entre Cash y June es muy interesante, y -aquí la mayor virtud- la química entre Phoenix y Witherspoon ayuda muchísimo.


Joaquin ya había demostrado su capacidad interpretativa, pero de la de Reese no tenía yo ni idea. Pensaba que no pasaría de papeles como los de Sweet Home Alabama o las dos de la rubia muy legal (no quiero poner ese título en cursiva, parecería que me las tomo en serio). Tengo entendido que lo hizo también muy bien en Un plan perfecto y Pleasantville, pero no las he visto (después de ver En la cuerda floja, añado "aún"); fallo mío. Gordo, además. Aquí hace una grandísima interpretación de June, y se come hasta a Phoenix. Merecido el Oscar.


Otro aspecto destacable de la película es el final. Me resulta raro ver un final feliz en una película sobre un músico, pero hay que tener en cuenta que no he visto ninguna en que el protagonista no muera joven. De todas formas, el final de las vidas de June y Johnny fue más emotivo aún. Y más triste, claro.

Valoración: 7/10.