martes, 25 de septiembre de 2007

Los idiotas

Título original: Idioterne.
Dirección: Lars von Trier.
Guión: Lars von Trier.
Reparto: Bodil Jørgensen, Jens Albinus, Anne Louise Hassing, Nikolaj Lie Kaas, Louise Mieritz, Knud Romer Jørgensen, Anne-Grethe Bjarup Riis.


Von Trier. Ese cineasta tan amado como odiado, tan alabado por genio como criticado por farsante. De alguien que provoca reacciones tan extremistas, lo único que se puede decir con seguridad es que es polémico, arriesgado y original. Personalmente, aunque no he visto la mayoría de sus películas, me gusta: Dogville es una obra maestra, y Bailando en la oscuridad, a pesar de su falta de credibilidad, es también muy buena. Los idiotas no me ha gustado tanto ya que si bien contiene, al igual que cualquier filme de la casa, la provocación, es el más experimental, y ya se sabe que cuando uno arriesga tanto...

Antes de hablar de Los idiotas hay que hablar de Dogma. Esto es, tengo entendido, un movimiento de Von Trier, Vintenberg y un par de daneses más, que consiste en grabar películas con la cámara al hombro, sin música, sin luz artificial, sin edición y sin dar el nombre del director en los créditos. ¿Chorrada? ¿Innovación? Pues según, como todo. En principio es para darle más naturalidad a la película, dada la inexistencia de efectos especiales. Pero ahora comento por qué creo que el propósito no es exitoso.

Los idiotas habla, básicamente, de un grupo de inadaptados que se divierten burlándose de la sociedad al hacerse pasar por retrasados mentales. Lo mejor de la película son las reacciones que estos actos provocan en el público; en tres o cuatro escenas uno se descubre riéndose, para que acto seguido el super-yo de turno le diga que eso está mal, que es inmoral. Y entonces se llega a la moraleja de la película: que todos somos unos hipócritas, que si decidimos ser algo (en este caso, si nos reímos de algo), lo hagamos hasta el final, o no lo hagamos en absoluto.


Pero, al contrario que las de las del espectador, las reacciones de los secundarios están escritas y dirigidas. Me creo que, si le dices a alguien que si se compra una casa va a recibir visitas constantes de discapacitados, dé excusas para no comprar, pero no es lo mismo suponer que ver. Me imagino que es ilegal sacar a alguien en una película sin su consentimiento, pero no es lo mismo. No ayuda, desde luego, el hecho de que se incluyan entrevistas a los personajes principales, como si de un documental se tratase. Si este recurso no intenta engañar a quien no sepa de qué va la cosa, y tal propósito muy noble no es que sea, no lo he entendido.

También está el tema del contenido sexual. Vale que los del Dogma quieran presentar el cuerpo humano y sus funciones como algo natural, pero el sexo gratuito es de todo menos natural. Una escena de sexo, si hace falta en la historia, que salga; la escena del váter del bar es buena; la de la ducha me la creo; pero la orgía porque sí, con planos que recalcan que el acto se está llevando a cabo de verdad, no es más que una palmadita en la espalda que se da Von Trier. "Bravo, Lars", se dice, "Tienes unos cojones que colgando parecen bolsas".


Valoración: 5/10.

Amor a quemarropa

Título original: True Romance.
Dirección: Tony Scott.
Guión: Quentin Tarantino.
Reparto: Christian Slater, Patricia Arquette, Michael Rapaport, Bronson Pinchot, Dennis Hopper, Gary Oldman, Saul Rubinek, Chris Penn, Tom Sizemore, Christopher Walken, Brad Pitt, James Gandolfini, Val Kilmer.

No haber visto Amor a quemarropa era mi mayor pecado. No por ser especialmente famosa (no he visto Apocalypse Now; no digo ná y lo digo tó), sino por mi admiración por Tarantino, que me ha llevado a tragarme ese bodrio que es Four Rooms. Amor a quemarropa no la dirigió él (había vendido el guión por cuatro duros), pero sí escribió el guión, que es el alma máter de las obras de Quentin. La experiencia -y con "experiencia" quiero decir "Asesinos natos"- me ha demostrado que no importa lo buen director que seas: para sacarle todo el partido a un guión de Tarantino, tienes que ser Tarantino.


El mundo sería un lugar hermoso si todos los buenos guionistas supieran dirigir. Sólo el escritor comprende su obra totalmente, aunque con el talento de un director excepcional, mientras se colabore estrechamente con el guionista o su trabajo se interprete muy bien, se puede sacar todo el jugo a un gran guión. A ver, que me pierdo. Amor a quemarropa tiene un estupendo guión, aunque más que probablemente retocado, que nos regala diálogos tremendos (sobre cualquier otro, el razonamiento de que los sicilianos son medio negros) que -y aquí quería llegar- por desgracia no van acompañados de planos memorables. La música no está bien escogida, los actores se emocionan demasiado en según qué momentos, el tiroteo final no convence.

Dicen de Tarantino que fue la mayor influencia de Guy Ritchie en su corta época dorada. Nunca me había parado a pensar mucho en eso, pero hoy que he visto el tiroteo de Amor a quemarropa me he dado cuenta de que sí, le debieron gustar mucho los diálogos, los tiros y los tacos; de todas formas, el segundo punto más importante de Tarantino es la estructura narrativa, y la de Ritchie es muy veloz, nada de saltos temporales.

Una característica muy curiosa del guión de Amor es el protagonista, primer personaje autobiográfico de su creador: trabaja en un videoclub, va al cine a ver sesiones triples de pelis de kung fu, sólo sabe hablar de cine, música, televisión y cómics, va mal de dinero... en mi opinión, todo el inicio es una fantasía de Tarantino, y quizá la continuación también, aunque a partir de los minutos Taxi Driver todo se vuelve menos agradable de lo que uno pudiera desear. Quentin, a saber.


Aparte del guión, la principal virtud de esta película que nos ocupa es el reparto. Casting impresionante, encabezado por Christian Slater (tengo que revisionar Very Bad Things) y Patricia Arquette, secundados por grandísimos como un Gary Oldman con rastas (muy sparrowense, viceversa más bien), Christopher Walken y Dennis Hopper, grandes como Pitt haciendo de drogado, Gandolfini y Rubinek y la aparición estelar -y difuminada- de Val Kilmer como nada menos que Elvis. En los créditos iniciales he leído "Samuel L. Jackson", pero sale a lo mejor un minuto, nada digno de mencionar. Lo dicho: si Tarantino la hubiera dirigido, habríamos tenido una obra maestra. Otra.


Valoración: 7,5/10.

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