domingo, 21 de octubre de 2007

Almas de metal

Título original: Westworld.
Dirección: Michael Crichton.
Guión: Michael Crichton.
Reparto: Richard Benjamin, James Brolin, Yul Brynner, Alan Oppenheimer, Norman Bartold.


En el futuro, existe un parque de atracciones donde los visitantes pueden vivir en la antigua Roma, en la Edad Media o en el Oeste americano de finales del XVIII, e interactuar con robots con forma humana programados de forma que son incapaces de hacerles daño. Los técnicos empiezan a detectar fallos en las máquinas; primero son pequeños errores pero, cuando un visitante muere y, a pesar de que la energía es desconectada, los robots siguen funcionando... pues sí, mejor preocuparse.

Lo mejor de Westworld es sin duda su premisa. El meter un western dentro de una película de ciencia ficción merece ser aplaudido, pero lo cierto es que, ni habiéndola dirigido el propio escritor de la novela en que se basa el filme (Michael Crichton, mucho más conocido por Parque Jurásico, con similitudes más que evidentes con la novela-película que nos ocupa), está totalmente aprovechada.

Se podría haber alargado considerablemente el asunto, y es que -me imagino que por cuestiones monetarias- desde que se desencadena el caos hasta que éste finaliza transcurren poco más de veinte minutos; a pesar de las muchas posibilidades de la rebelión de las máquinas, todo se reduce a una persecución llevada a cabo por el personaje de Yul Brynner, un cowboy robótico harto de que se lo cepille a balazos cualquier idiota (¿y quién hay más idiota que el tipejo este del bigote?), que tiene quizás cuatro líneas de diálogo en todo el filme, y que es una inspiración clarísima del Terminator de Cameron. Incluyendo el brillo de láser en el ojo.


Aun así, y por mucho que se nos pinte a Brynner (Los Siete Magníficos) como protagonista, su aparición tampoco pasa de los veinticinco minutos, aproximadamente. El protagonista es un soso Richard Benjamin, acompañado por James Brolin, que sí está mejor pero que no sale tanto. Y es una pena que no tenga una mayor importancia el personaje del robovaquero, porque, junto con la idea, es de lo mejor.

A pesar de los problemas mencionados, la película funciona bastante bien, además de por la idea (¿he mencionado ya lo buena que es? ¿Sí? Me la suda), por la lograda ambientación de cualquiera de los tres mundos, que nos hace desear que realmente existiera un parque de atracciones así, con increíbles aventuras por vivir (me encanta esa expresión, por ser cutre y aunque lo sea), con robots a los que cargarse impunemente y, primordialmente, con doncellas, esclavas o prostitutas barra cabaretistas a las que tirarse.


Valoración: 6,5/10.

No hay comentarios: