martes, 11 de diciembre de 2007

La brújula dorada

Título original: The Golden Compass.
Dirección: Chris Weitz.
Guión: Chris Weitz (novela de Philip Pullman).
Reparto: Dakota Blue Richards, Nicole Kidman, Sam Elliott, Daniel Craig, Ben Walker, Jim Carter, Eva Green, Charlie Rowe, Tom Courtenay, Simon McBurney, Claire Higgins.


Una tarde de un verano de hace unos cuatro años me aburría; por ello, decidí leer. Abrí un libro que tenía desde hacía tiempo, y que había empezado a leer pero había dejado a los pocos capítulos; sin embargo, y a pesar de lo aburrido que me resultó el comienzo, seguí leyendo, y me sumergí en una interesante historia fantástica que se basaba -o así me lo pareció- en la existencia de un mundo paralelo, con el "alma" de las personas hecho carne, con la forma de un animal, que variaba según su personalidad. Al final no había estado tan mal; el mundo mágico era muy particular, había momentos de verdadera tensión, los personajes tenían carisma y, sobretodo, la historia pasaba de interesante a buena en la recta final. Por ello, leí también las continuaciones: la segunda parte de la trilogía estaba muy bien; la tercera era, simplemente, una maravilla.

Así, no es de extrañar que me emocionara enormemente cuando supe que se iba a adaptar al cine la trilogía y que, además, iba a ser con un gran presupuesto y con un repartazo: ¿Daniel Craig? ¿Sam Elliott? ¿¿Nicole Kidman?? Tenía pinta de ir a ser una cosa impresionante. Cuando critiqué Stardust (la mejor película fantástica de la avalancha que nos ha llegado desde ESDLA) ya comenté que, con la adaptación de La materia oscura, esperaba un regreso de la mejor fantasía.


Por desgracia, y tras ver La brújula dorada, me he sentido decepcionado. Bastante, además. Vale que la novela sea la peor de las tres, pero sigue estando bien, y una traslación al cine eliminaría, al menos, la densidad narrativa; por tanto, en teoría una adaptación conseguida habría sido mejor que el libro. Y acerté sólo en parte: la narración no se hace pesada, para nada, pero porque el ritmo es en todo momento demasiado rápido. Los diálogos (escritos por el propio director) son cortos y malos, y las escenas rara vez duran lo necesario, por lo que casi todo es difícilmente inteligible; si a mí, que he leído el libro un par de veces, me ha costado entender algunas cosas, ¿cuánto más a quien no lo ha hecho? La cosa es que, con el holgado presupuesto, se podrían haber ahorrado márqueting y añadido minutos; me atrevo a decir que, a los escasos cien, les vendrían bien cuarenta y cinco más. ¿Que se quería enfocar a los críos? ¿Qué más da? Los niños no tienen tantos problemas de atención como dicen; si no están atentos a una cosa es porque no les gusta, no porque sea larga, algo que nos han demostrado sobradamente Harry Potter, Narnia e incluso ESDLA.

La mencionada infantilidad es algo que tenía asumido, y obviamente el guión es simple en general, pero no constantemente; como ya he dicho, cuesta entender el argumento completamente (y además hay toques muy poco infantiles, como puede ser la hostia del oso -que dentro de poco tendrá club de fans entre el público más crecidito), pero a la vez es demasiado facilona no sólo en cuanto a diálogos, sino también en cuanto a personajes, en todo, tanto emocionalmente -los personajes quedan alineados sin discusión en un lado de la raya que separa el bien del mal; así, el Magisterio es sencillamente el Mal hecho institución, con detalles extra añadidos para aumentar esta sensación- como en cuanto a desarrollo: los únicos con un poco de importancia son la niña protagonista, el oso, la mala y, en menor medida, el vaquero aeronauta. Sobretodo echo en falta presencia de Farder Coram, un adorable anciano en la novela, y uno de los personajes que más aparecen en ella, no tenga apenas razón de ser aquí.


Otro de los peores errores es la falta de tensión y de dramatismo. En el libro, en no pocas ocasiones sentía el lector miedo por Lyra, lo cual aquí es imposible porque no tienes que esperar más de diez segundos a que ocurra una cosa; en muchas otras lástima, gracias a la muy buena descripción de la relación humano-daimonion/daemon: nadie puede tocar tu daimonion, porque es tu alma, si él sufre tú sufres, y viceversa, y por ello es lo más preciado para ti; así, es comprensible que, si te lo arrebatan (además de que en las novelas tal cosa es imposible sin causar la muerte), sientas una angustia que en ningún momento se nos muestra como tal en el filme: el único niño que vemos sin daimonion está triste y tiene miedo. Luego, sale medio minuto y no vuelve a aparecer. Fin.

Añadiendo a esto que el final, que no coincide con el de la novela sino que acaba unos cuantos capítulos antes, es la parte más importante en cuanto a argumento y a dramatismo; al formar parte de La daga, espero que se tomen la entrega con mayor madurez, porque de otro modo tendrán que reinventarla totalmente (temo sobretodo por el futuro de la parte protagonizada por Lee Scoresby), y lo mismo con El catalejo lacado. Además, aspectos del libro que serán importantes en las continuaciones (como el personaje de Lord Boreal) aquí ni siquiera aparecen pues, en palabras del director, "He intentado hacer una buena película sin pensar en continuaciones". De ahí me surge una pregunta: ¿habrá continuaciones? Pues probablemente sí porque, aunque en los Estados la película ha recaudado mucho menos de lo esperado, ha triunfado en el resto del mundo, y estas cosas, si van enfocadas a los críos, casi siempre salen rentables.

Un aspecto particular de España que no contribuye precisamente a mejorar la película es el cambio lingüístico. Los chistes, ya de por sí malos en V.O., son doblados, y por decirlo suavemente, una putísima mierda; además, los cambios de nombres resultan tremendamente molestos a los fieles del libro, siendo siempre absurdos, a excepción del nombre de Iofur Raknisson, que pasa a ser Ragnar Sturlusson para evitar confusiones con el nombre de Iorek Byrnisson. De tal modo, hay muchos términos anglificados, como "samoyed" (porque cuesta más pronunciar "samoyedo", por supuesto), "yipsio" (del inglés "giptian", "giptano" en el libro), "aletómetro" (de "alethiometer", sustituyendo "aletiómetro"... eso ya es cagada) o "daemon" (pronúnciese "dímon", como en inglés; nunca me ha gustado que una palabra tan característica como esta, que tendría que haber sido "daimon", por Sócrates y tal, pasara a ser "daimonion", innecesariamente rocambolesca, pero que una palabra cuya pronunciación original es igual a la española se pronuncie como en inglés me parece hasta peor). Claro que este problema es una minucia para quien no haya leído el libro, pero es que el doblaje no es bueno tampoco, a excepción del caso del oso Iorek, con esa voz tan querida que es la del doblador de Samuel L. Jackson, pero con tono amenazador. Destaco la nefastez de la elección de los dobladores de críos que, sobretodo en la conversación última, están ridículos.


Conviene verla en original, aparte de por lo mencionado, porque quienes ponen las voces a los osos y daimonions no son otros que Sir Ian McKellen (AKA Gandalf, AKA Magneto), Ian McShane (de la impresionante serie western Deadwood), Kathy Bates (Misery) y Kristin Scott Thomas (El paciente inglés). Un lujazo aunque, dejando de lado a Iorek, personaje de Sir Ian, los demás aparecen más bien poco.

En cuanto a las interpretaciones, la palabra que mejor las define es "desaprovechadas". Tan sólo la Kidman tiene metraje para lucirse, más o menos, y la otra elección perfecta es Sam Elliott, que borda el papel de Lee Scoresby, el aeronauta tejano. Daniel Craig sale poco y mal, y lo cierto es que en La daga (en el libro al menos) no sale nada, y en El catalejo lacado poco más que en Luces del norte, por lo que no cabe esperar una revelación interpretativa en las secuelas; Eva Green apenas si aparece, aunque su elección es muy apropiada para el papel; Dakota Blue Richards interpreta a una Lyra demasiado seria y triste, cuando el personaje es en realidad una genial mezcla de locura, madurez, pillería y ternura. Lástima.


Claro que también tiene cosas buenas. La historia en sí, como ya he dicho, es buena, aunque haya sido (como todo) malversada; y, por supuesto, técnica y estéticamente convence. Los efectos especiales son muy buenos, así como la fotografía en el Polo (eso sí: ¿por qué todos los osos tienen el pelo suave y limpio cual jovenzuela que acaba de tener un orgasmo vía Herbal Essences?) y, si no conoces la novela, te parecerá mejor, porque no serás consciente de la mayoría de lo que he dicho en la parrafada que llevo escrita.

En conclusión: una buena historia, que mejora a medida que avanza, más aún a medida que pasa de un libro a otro, que ha sido mutilada salvajemente, pero que convence como entretenimiento, y que resulta muy buena en lo visual. Lo peor que puedo decir, eso sí, es lo siguiente: me gustó -bastante- más El león, la bruja y el armario.

Valoración: 4,5/10.


PD: Virgen santa, que a gusto me he quedado.

2 comentarios:

Twister dijo...

Pues tenía la firme intención de verla, prometía. Es raro porque las adaptaciones de libros suelen tener una narrativa espesa, si eso lo han eliminado imagino que el resultado será el que dices.

Anónimo dijo...

Yo lei los libros y luego me moria de ansias por ver la pelicula, y me decepciono como a todos los que han leido la historia, la verdad es que, si van a hacer La Daga, no se como le van a dar pie, porque hay personajes a los q no se les dio imporatancia en la pelicula, como bien dijiste, Lord Boreal.
El libro bastante bueno, la pelicula me dio lastima, porque prometia mucho.
Tenes razon en todo eh, muy buena la critica