miércoles, 6 de agosto de 2008

Wall-E

Dirección: Andrew Stanton.
Guión: Andrew Stanton.


Los de la Pixar son unos putos genios. Ahí no creo que haya discusión. La mayoría de sus películas (Los Increíbles, Ratatouille, Toy Story, Buscando a Nemo, Monstruos, S.A.) son impresionantes; el resto, tan sólo muy buenas (Bichos, Toy Story 2, Cars). Con semejante historial, de Wall-E sólo se podía esperar un peliculón, aunque yo, siendo más fan de Brad Bird que de Andrew Stanton (Nemo), creía que no me gustaría tanto como Ratatouille o, sobretodo, Los Increíbles, que para mí ya era una de las mejores películas de animación de la historia, salvando las distancias, eso sí, con alguna de las del Studio Ghibli. Pero, para mi sorpresa y regocijo, la nueva del grupo escindido de la Disney ha superado todas mis expectativas y se ha pegado con cola la etiqueta de "Mejor de la Pixar" que hasta ahora poseía Los Increíbles. A continuación, sinopsis y crítica, o más bien alabanza.

Alrededor del año 2800, un robot de la serie Wall-E, modelo encargado de la limpieza de una superficie terrestre invadida por la inmundicia, lleva a cabo su monótona y solitaria misión, con la única compañía de una cucaracha (ingeniosa referencia a la tan comentada capacidad de adaptación de dicho ser repugnante que, eso sí, aquí resulta de todo menos repugnante) y de unos cuantos objetos de valor dudoso, así como de canciones y una película (Hello, Dolly!, para que veáis que tengo fuentes) de nuestra era. Pero no tiene nadie a quien coger de la mano. Wall-E se enamora instantáneamente cuando de una nave reluciente que llega a la Tierra sale un hermoso robot de "género" femenino. Si se puede decir algo así, no lo sé. Su misión, dice, es información clasificada; su nombre, "EVA".


Wall-E empieza como una película prácticamente muda, a excepción de unos cuantos anuncios protagonizados por ¡verdaderos! humanos con que el protagonista se topa en su recorrido por lo que suponemos que son las ruinas de los Estados Unidos de una época de supuesto esplendor (dígase la actual). Así, durante unos veinte minutos se nos muestra la rutina a la que se ha visto sometido el pequeño y entrañable robot durante cientos de años, y se consigue algo impagable: que nos encariñemos con él nada más verlo, por su expresión, la de un ser (no me gusta lo que voy a decir porque está trilladísimo, pero es que es así) muchísimo más humano que los propios humanos. Esos ojos, esas ¿manos?, esos pitidos, muestran una naturaleza melancólica, delicada, ingenua y curiosa, que va descubriendo cada día nuevos objetos que a nosotros nos resultan corrientes e insignificantes, y a los que, en muchos casos, atribuye una belleza particular que, objetivamente, resulta innegable. Wall-E es Charlot, es Winston Smith, es Eduardo Manostijeras, es E.T., es R2D2. Creo que lo mejor que puedo decir del prodigio que es la caracterización del personaje es que se me escaparon unas lágrimas cuando ni siquiera habían transcurrido diez minutos del metraje.

La aparición de EVA trae consigo... no, iba a decir lo mejor de la película, pero qué va. En esta película casi todo forma parte de ese selecto grupo de cosas que en un caso normal consideraría "lo mejor". Comporta, eso sí, una historia de amor como ninguna otra que yo haya visto, un amor que no necesita más palabras que los nombres, y un número enorme de escenas tremendamente emotivas. Posteriormente llega mi escena favorita de toda la obra, la que sirve de transición a las dos partes, y que visualmente es la mejor, en la quehe llorado por segunda vez (joder), y que no describiré porque creo que es mejor verla sin ningún juicio previo... como toda la película, en realidad. De todas formas, lo que voy a contar a partir de aquí puede revelar aspectos más o menos importantes de la trama que considero mejor no descubrir hasta el momento del visionado, pues resultan una sorpresa (una gilipollez: justo al acabar de escribir esta palabra he oído que en la tele del salón se oía una voz de niña gritando: "¡Sorpresaaa!". En fin.); si no la has visto, mejor sáltate este párrafo, si quieres también el último, y si te apetece léete después de verla, porque tienes que verla, lo que te falta de la crítica (alabanza más bien, repito).


Esta segunda parte resulta totalmente diferente de la primera, puesto que aquí, al haber personas, ya hay palabras. Se nos presenta la humanidad como una masa de individuos imposibles de distinguir entre sí a nivel tanto físico como mental, obesos y atrofiados, incapaces de realizar por sí mismos más acciones que dar órdenes a los robots y beber (ni comer, siquiera). Las máquinas se encargan de mantener una sociedad, por cómoda, increíblemente absurda, que no es más que un reflejo bastante viable de la dirección a la que nos estamos encaminando paulatinamente. Sin embargo, gracias a EVA y Wall-E, el capitán de la nave (que, por cierto, nos regala varias de las citas célebres de la película, siendo entre ellas mi favorita "No quiero sobrevivir, ¡quiero vivir!"), en principio simple títere de los robots, descubre la belleza de la Tierra; es incapaz de comprender por qué todo eso pudo perderse, y desea con toda su alma recuperarlo.

Wall-E es un homenaje al cine. Recuerda a 2001: Una odisea del espacio, a Soy leyenda, a Star Wars, a 1984, pero también a Luces de la ciudad, a Náufrago, a La Sirenita; incluso, en autohomenajes (o repetición temática, me la suda enormemente), a Toy Story o Buscando a Nemo. Y, sí, a Una verdad incómoda. Pero el mensaje de la putísima mierda en que una sociedad pútrida está convirtiendo la Tierra no está tratado aquí de una forma simplemente catastrofista (cosa que, por otra parte, está bien, porque no deja de ser fiel a la realidad) y catártica, sino que se incluye en un todo muchísimo más complejo, que incluye también una oda a la belleza de nuestro planeta, tanto en su estado natural como en el actual, destacando muchas de las cosas que hemos conseguido, buena parte de ellas gracias al progreso tecnológico. Pero no nos es posible ver esta belleza sin un esfuerzo, sin un cierto retorno a los inicios, sin estar despiertos. ¿Es esta una película para críos? No, a pesar de la promoción de mierda que han hecho en España (a destacar el subtítulo, que me niego a reproducir, y los eslógans de los carteles publicitarios, como puede ser "Pillado hasta las tuercas". Cago en la puta.). De hecho, y aunque el aspecto infantil y humorístico está muy bien conseguido, en la sala en la que la he visto, como me ha apuntado el amigo con que he ido a verla, varios de los niños estaban distraídos, mirando hacia cualquier parte o preguntando a sus padres si faltaba mucho, mientras que los adultos observaban boquiabiertos, sumidos en la magia de la última obra maestra de Pixar, que creo (nuevamente) será la culminación del talento de sus creadores. Ve a ver Wall-E, coño, porque seguro que tiene algo que te encanta, bien sea las imágenes, los robots, la ciencia-ficción, los chistes, la crítica al consumismo y la automatización, los homenajes cinéfilos, la poesía visual o, sobretodo, la historia de amor, que es la verdadera base de la película. Creo que lo que más me gustaría ahora mismo es tener alguien a quien coger de la mano.


Valoración: 9,5/10.

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