viernes, 17 de octubre de 2008

Quemar después de leer

Título original: Burn After Reading.
Dirección: Joel Coen, Ethan Coen.
Guión: Joel Coen, Ethan Coen.
Reparto: Frances McDormand, George Clooney, John Malkovich, Brad Pitt, Tilda Swinton, Richard Jenkins, David Rasche, J.K. Simmons, Olek Krupa.


Nunca he tenido las expectativas muy altas en cuanto a Burn After Reading (me mola más cómo suena en inglés), por dos motivos: uno, que apenas si han pasado ocho meses desde el estreno del estreno de su última película (y obra maestra), la archiconocida y archioscarizada No es país para viejos, con lo cual me esperaba un filme no especialmente trabajado; dos, que las otras comedias ligeras de los Coen me gustan pero no me vuelven loco. Siempre está presente el humor negro en las películas de los Hermanos, pero lo prefiero con una función complementaria, contrastiva; cuando se convierte en el centro de la obra, para mí suele perder parte de su atractivo. Ladykillers y Crueldad intolerable son las películas de los Coen con las que, a través del tráiler y los comentarios de crítica y público, es más fácil relacionar Burn After Reading, y para mi gusto son (no he visto Arizona Baby ni El gran salto, eso sí) las peores de los Hermanos. Con lo cual. Eso sí: leí hace unos días que alguien la comparaba con El Gran Lebowski, cosa que me produjo una semierección, que contuve tanto como pude, porque El Gran Lebowski es El Gran Lebowski, y yo ya tenía en la mente la idea inamovible de que ésta iba a estar, simplemente, bien. ¿Lo está? La respuesta, tras la sinopsis. (Molaría poder tachar al escribir aquí... habría tachado la palabra "publicidad". Y eso. En fin.)

Un ex-analista de la CIA alcohólico gilipollas llamado Osbourne Cox (John Malkovich) decide escribir sus memorias para desvelar algún que otro secreto de la agencia para la que trabajaba. Su mujer (Tilda Swinton), una pediatra frígida, está liada con un agente del tesoro adicto al sexo gilipollas (George Clooney) que conoce mujeres a través de Internet. Ella quiere el divorcio; la secretaria de su abogado pierde el CD con los datos financieros del matrimonio en el gimnasio al que va, donde trabajan Linda (Frances McDormand), una típica americana de mediana edad gilipollas obsesionada con hacerse cuatro operaciones de cirugía estética y con conocer a un hombre por Internet, y Chad (Brad Pitt), un monitor gilipollas per se. El conserje del gimnasio encuentra el CD. Linda y Chad, tras "descubrir" que pertenece a Cox, pretenden devolvérselo, pero al pedirle una pequeña recompensa éste cree que le están haciendo chantaje en relación a sus memorias. Así, Linda "se da cuenta" de que puede sacarse unos buenos dineros, y decide llevar a cabo tal extorsión.


Me ha costado la ostia decidir cuál coño es el argumento de la película. No sé si tiene una trama o varias o si la trama del CD es la central o qué cojones; voy a decir que Burn After Reading es un lío enorme y tremendamente absurdo en que todo encaja perfectamente. La trama ¿criminal? no es lo más importante de la película, sino que tiene dos funciones: la humorística y la vertebradora. Sirve como nexo y otorgadora de sentido de las relaciones entre los diferentes personajes, que son lo que ocupa más minutos del metraje. Los Coen necesitan violencia. Casi siempre unen estos dos elementos, la trama criminal y el humor negro/surrealista/negro-surrealista; lo que varía es cuál de los dos es el predominante. Fargo no me hizo gracia la primera vez que la vi, sino que la tomé como un thriller genial; sólo en el segundo visionado entendí su verdadera naturaleza. Muerte entre las flores, la mejor de los Hermanos, posee un humor violento extrañamente poético. Hasta en la muy seria No es país para viejos hay un importante número de toques de humor sarcástico (magistral conseguir hacer reír mediante la traslación literal de los diálogos ultrasecos de Cormac McCarthy). El argumento de cine negro clásico de El Gran Lebowski es una excusa para una sucesión de personajes y escenas surrealistas. En eso se parece a Quemar después de leer. En Crueldad intolerable el elemento criminal es una excusa para una historia sobre relaciones personales. En eso se parece a Quemar después de leer.

La forma más sencilla de definir Burn After Reading es como una ida de olla. Habréis notado en mi sinopsis que todos los protagonistas son considerablemente gilipollas; la trama criminal (más bien, como ya he dicho antes, ¿criminal?) se basa en las paridas y paranoias de unos y otros. Lo que sucede no tiene sentido alguno, porque avanza mediante las ideas absurdas que se van montando los protagonistas, que vienen a ser algo así como gente corriente que se cree que es mucho más importante de lo que es o que vive dentro de una película (ya me entendéis, supongo, aunque así en retrospectiva la crítica me está quedando algo más incomprensible de lo habitual): el ex-agente de la CIA se cree que sus memorias tienen alguna relevancia; los trabajadores del gimnasio, que los datos bancarios de éste son datos sumamente importantes en los que los rusos estarán interesados; el adicto al sexo, que un espía lo persigue. Y así todo.


Había leído que el mejor papel de la película es el de Pitt. No lo es. Al menos doblado, es divertido pero no mata; están mejor Clooney (en un personaje, como el de Pitt, con el sex-appeal bajo cero) y, especialmente, Frances McDormand, que si bien es una intérprete recurrente en las películas de los Coen por estar casada con uno de ellos, es muy buena (Oscar en Fargo, recordemos). Richard Jenkins está también muy divertido; Tilda Swinton (que en la vida real es una jipi y siempre hace este tipo de papeles en plan dominatrix) sale poco y tiene un papel complementario. Malkovich se limita a soltar tacos sin parar y a resultar odioso. Aunque, joder, aquí todos son odiosos. (Lo cual es bueno)

Quemar después de leer es, en definitiva, un cacao brutal, siempre entretenido, en muchas ocasiones divertido y, en algunas (principalmente las dos escenas en que dos agentes de la CIA intentan averiguar el sentido de las acciones de los personajes, o cuando el propio espectador se da cuenta de lo estúpido que resuta todo), descojonante. Comedia absurda inteligente que, como todas las de los Coen excepto El Gran Lebowski, es un plato que, aunque deja buen sabor de boca, sabe a poco, porque sabemos que saben cocinar mejor, y nos quedamos con ganas de más. Sí, este pseudolío alimenticio final es premeditado. ¿Que si lo he escrito por alguna razón, decís? No. Ciertamente no.


Valoración: 7/10.

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