Guión: Guy Ritchie
Reparto: Tom Wilkinson, Gerald Butler, Mark Strong, Karel Roden, Thandie Newton, Toby Kebbell, Tom Hardy, Idris Elba, Chris Bridges, Jeremy Piven, Jimi Mistry
Reparto: Tom Wilkinson, Gerald Butler, Mark Strong, Karel Roden, Thandie Newton, Toby Kebbell, Tom Hardy, Idris Elba, Chris Bridges, Jeremy Piven, Jimi Mistry
Tarantino creó a varios cineastas, de entre los cuales destaca Guy Ritchie, director de las fantásticas Lock & Stock y Snatch (aunque también de la, me consta, abominable Barridos por la marea, protagonizada por su ex-esposa, Madonna, y de esa gilipollez anticarismática y pseudoonírica que es Revolver, película que, por cierto, tiene ya tres años pero se estrena este mes en España). Pero la influencia de Ritchie ha sido mayor que la de Tarantino. Su estilo, de ritmo frenético perfecto, tramas estudiadamente entrelazadas y extensos repartos corales, es una gominola y una garantía de entretenimiento. Así, a raíz de Snatch han surgido, con mayor o menor fortuna, Layer Cake, El caso Slevin, Ases calientes, La prueba del crimen o hasta Crank. Hace tiempo que le tenía ganas a la nueva película del londinense, RocknRolla, a pesar de mi escepticismo. Pero sí: Guy Ritchie ha vuelto.
Uno Dos y Murmullos (Gerald Butler e Idris Elba), dos criminales de bajo nivel, intentan llevar a cabo un negocio ilegal inmobiliario con la ayuda de un concejal corrupto (Jimi Mistry), y para ello piden dinero al único que se lo puede proporcionar: el que controla Londres, el mafioso Lenny Cole (Tom Wilkinson). Sin embargo, éste utiliza su poder para timarlos, obligándoles a conseguirle dos millones de libras y presentando el proyecto a Uri (Karel Roden), un multimillonario ruso que empieza a introducirse en Londres. Para Uri trabaja la contable Stella (Thandie Newton), que está aburrida de su trabajo y busca emociones fuertes robando el dinero de su jefe; así, consigue que realicen el trabajo, con la intención de pagar su deuda con Cole, Uno Dos, Murmullos y su amigo Bob el Guapo (Tom Hardy), que va a entrar en la cárcel a causa de un soplón reincidente desconocido. Y, entre todos ellos, un cuadro de la suerte, y un músico supuestamente muerto: Johnny Quid (Toby Kebbell), amante del dinero, las drogas, el sexo y la fama: un RocknRolla.
Me parece difícil que RocknRolla decepcione a quien disfrutó con Lock & Stock y Snatch y, sobre todo, a quien vio además Revolver, que teóricamente también seguía el mismo estilo. No es tan calcada a ninguna de las dos buenas películas de Ritchie como estas lo eran entre sí: RocknRolla es mucho más calmada. Esa es la diferencia principal. Mientras que las otras dos tenían un ritmo de caballo encabritado, anfetamínico, que empezaba incluso antes de la secuencia de créditos inicial, en la nueva de Ritchie apenas si hay acción directa: empieza lenta (o más bien "lenta"; Ritchie es Ritchie), y no es que gane velocidad, porque la película no se hace tan indignantemente corta como aquellas dos, pero acostumbra al espectador a su ritmo, pausado y enormemente disfrutable, sin más violencia física que en un par de escenas, plagado de diálogos ágiles, que a su vez en muchos casos están teñidos de un humor absurdo, divertidísimo e inesperado.
En cualquier caso, y por supuesto, sí hay muchas similitudes con Lock & Stock y Snatch (en especial con la segunda, refinación exitosa de la opera prima); no sólo en la estructura narrativa y el estilo en general que he comentado en el párrafo inicial, sino también por elementos concretos que proporcionan una molesta sensación de dejà vu, que en cine viene a ser falta de originalidad, claro está. Como ejemplo, los rusos inmortales. Lo que ya fuera un aspecto cómico de Snatch (donde también se repetía, aunque allí había dos "inmortales" y uno de ellos no era ruso) también se da aquí -utilizando incluso la misma música para los personajes-, intensificado y alargado hasta el tedio, por desgracia. Pero sí, las tres o cuatro primeras muertes son muy divertidas.
Si, como ya he comentado, el estilo de Ritchie parte del Tarantino de Pulp Fiction, en RocknRolla esto es incluso más descarado. Ritchie se rinde a Tarantino, sustituyendo elementos propios, en especial el ritmo y la violencia continuos, por otros creados por el maestro, como la violencia ambiental, verbal, pero no demasiado física o al menos visible. Ritchie llega al extremo de tomar incluso el método de uso del McGuffin de turno: si en Lock & Stock y Snatch, las escopetas y el diamante, respectivamente, eran objetos conocidos y desencadenantes lógicos de la trama completa, el cuadro de RocknRolla está más directamente relacionado con el maletín de Pulp Fiction: ambos están rodeados por un aura de misterio (mucho más conseguida en el caso original, eso sin duda), no son vistos directamente por el espectador (el maletín lo veíamos cerrado, el cuadro desde detrás) y desencadenan uno de los aspectos de la trama, pero no son el por qué de todo. Aunque sí de mucho, y de la conclusión. Cómo olvidar, además, el momento del baile entre Gerald Butler y Thandie Newton, como el de Pulp Fiction pero, por supuesto, sin el glamour de Travolta y Uma. No hablo de originalidad, porque la idea tampoco es de Tarantino, sino que éste la tomó de Banda aparte. Pero en fin.
En todo momento hay una voluntad, consciente o no, de acercar la película al terreno del videojuego. La influencia de los GTA (y de sus vástagos; me comentan que especialmente The Getaway, situado, como RocknRolla, en Londres) es importante, y queda patente ya desde los créditos iniciales, con unas imágenes que parecen salidas de la famosa saga. La persecución de los rusos inmortales (oh, ¡cuánto jugo tiene esta escena!) es el momento más obvio, no sólo de GTA, sino de cualquier videojuego, y de hecho muchas de las secuencias de diálogo, las de "encargo de misiones", por decirlo siguiendo la tónica del videojuego, encajarían perfectamente en este tipo de juegos. También lo haría el supuesto personaje principal, interpretado por un simpático Gerald Butler (el Leónidas con acento escocés de 300), si la trama se centrara en él.
Por suerte, esto no es así, y es difícil considerar a Uno Dos como el protagonista, porque de hecho aparece en pantalla aproximadamente el mismo tiempo que otros actores cuyos personajes, además, tienen una igual o mayor relevancia argumental: el mafioso ruso de Karel Roden, cuya escena de presentación tiene lugar en el palco de un estadio de fútbol (genial, por obvia, referencia al comprensiblemente odiado por casi todo futbolero Roman Abramóvich); la contable Stella, típica bitch surgida de una concepción machista que ya doy por insalvable en este estilo de cine; Johnny Quid, el ¿RocknRolla?, que como poco resulta desconcertante; un sobrio e irónico Mark Strong en el papel de Archie, narrador y mano derecha del -odio la palabra- malo, el mafioso Lenny Cole, con un Tom Wilkinson decepcionantemente correcto, que bebe ya sobre el guión excesivamente del Nicholson de Infiltrados, pero que no tiene su carisma. Y, de hecho, ninguno de los personajes posee un carisma excesivo, o al menos no tan enorme como los de los protagonistas de Snatch. Echo en falta, por ser esta una película de Ritchie, a sus dos habituales más característicos, Jason Statham y el ex-futbolista Vinnie Jones, aunque lo cierto es que me alegro de que no aparezcan: la sobreexposición reiterativa de Statham me ha obligado a cansarme de él, y Jones... bueno, Jones no tiene puta idea de actuar.
RocknRolla es una película que, como entretenimiento, funciona formidablemente, una traslación al celuloide de la estética y la acción del videojuego criminal reciente, fundida con el típico estilo Ritchie, el Tarantino más personal (es decir: disminución de originalidad) y un humor chocante y bienvenido. No es El Padrino, ni Uno de los nuestros, ni Infiltrados, ni Pulp Fiction, ni Snatch, pero, a pesar y por encima de todo, no es sólo mejor que Revolver: es muy buena.
Valoración: 7/10.
Uno Dos y Murmullos (Gerald Butler e Idris Elba), dos criminales de bajo nivel, intentan llevar a cabo un negocio ilegal inmobiliario con la ayuda de un concejal corrupto (Jimi Mistry), y para ello piden dinero al único que se lo puede proporcionar: el que controla Londres, el mafioso Lenny Cole (Tom Wilkinson). Sin embargo, éste utiliza su poder para timarlos, obligándoles a conseguirle dos millones de libras y presentando el proyecto a Uri (Karel Roden), un multimillonario ruso que empieza a introducirse en Londres. Para Uri trabaja la contable Stella (Thandie Newton), que está aburrida de su trabajo y busca emociones fuertes robando el dinero de su jefe; así, consigue que realicen el trabajo, con la intención de pagar su deuda con Cole, Uno Dos, Murmullos y su amigo Bob el Guapo (Tom Hardy), que va a entrar en la cárcel a causa de un soplón reincidente desconocido. Y, entre todos ellos, un cuadro de la suerte, y un músico supuestamente muerto: Johnny Quid (Toby Kebbell), amante del dinero, las drogas, el sexo y la fama: un RocknRolla.
Me parece difícil que RocknRolla decepcione a quien disfrutó con Lock & Stock y Snatch y, sobre todo, a quien vio además Revolver, que teóricamente también seguía el mismo estilo. No es tan calcada a ninguna de las dos buenas películas de Ritchie como estas lo eran entre sí: RocknRolla es mucho más calmada. Esa es la diferencia principal. Mientras que las otras dos tenían un ritmo de caballo encabritado, anfetamínico, que empezaba incluso antes de la secuencia de créditos inicial, en la nueva de Ritchie apenas si hay acción directa: empieza lenta (o más bien "lenta"; Ritchie es Ritchie), y no es que gane velocidad, porque la película no se hace tan indignantemente corta como aquellas dos, pero acostumbra al espectador a su ritmo, pausado y enormemente disfrutable, sin más violencia física que en un par de escenas, plagado de diálogos ágiles, que a su vez en muchos casos están teñidos de un humor absurdo, divertidísimo e inesperado.
En cualquier caso, y por supuesto, sí hay muchas similitudes con Lock & Stock y Snatch (en especial con la segunda, refinación exitosa de la opera prima); no sólo en la estructura narrativa y el estilo en general que he comentado en el párrafo inicial, sino también por elementos concretos que proporcionan una molesta sensación de dejà vu, que en cine viene a ser falta de originalidad, claro está. Como ejemplo, los rusos inmortales. Lo que ya fuera un aspecto cómico de Snatch (donde también se repetía, aunque allí había dos "inmortales" y uno de ellos no era ruso) también se da aquí -utilizando incluso la misma música para los personajes-, intensificado y alargado hasta el tedio, por desgracia. Pero sí, las tres o cuatro primeras muertes son muy divertidas.
Si, como ya he comentado, el estilo de Ritchie parte del Tarantino de Pulp Fiction, en RocknRolla esto es incluso más descarado. Ritchie se rinde a Tarantino, sustituyendo elementos propios, en especial el ritmo y la violencia continuos, por otros creados por el maestro, como la violencia ambiental, verbal, pero no demasiado física o al menos visible. Ritchie llega al extremo de tomar incluso el método de uso del McGuffin de turno: si en Lock & Stock y Snatch, las escopetas y el diamante, respectivamente, eran objetos conocidos y desencadenantes lógicos de la trama completa, el cuadro de RocknRolla está más directamente relacionado con el maletín de Pulp Fiction: ambos están rodeados por un aura de misterio (mucho más conseguida en el caso original, eso sin duda), no son vistos directamente por el espectador (el maletín lo veíamos cerrado, el cuadro desde detrás) y desencadenan uno de los aspectos de la trama, pero no son el por qué de todo. Aunque sí de mucho, y de la conclusión. Cómo olvidar, además, el momento del baile entre Gerald Butler y Thandie Newton, como el de Pulp Fiction pero, por supuesto, sin el glamour de Travolta y Uma. No hablo de originalidad, porque la idea tampoco es de Tarantino, sino que éste la tomó de Banda aparte. Pero en fin.
En todo momento hay una voluntad, consciente o no, de acercar la película al terreno del videojuego. La influencia de los GTA (y de sus vástagos; me comentan que especialmente The Getaway, situado, como RocknRolla, en Londres) es importante, y queda patente ya desde los créditos iniciales, con unas imágenes que parecen salidas de la famosa saga. La persecución de los rusos inmortales (oh, ¡cuánto jugo tiene esta escena!) es el momento más obvio, no sólo de GTA, sino de cualquier videojuego, y de hecho muchas de las secuencias de diálogo, las de "encargo de misiones", por decirlo siguiendo la tónica del videojuego, encajarían perfectamente en este tipo de juegos. También lo haría el supuesto personaje principal, interpretado por un simpático Gerald Butler (el Leónidas con acento escocés de 300), si la trama se centrara en él.
Por suerte, esto no es así, y es difícil considerar a Uno Dos como el protagonista, porque de hecho aparece en pantalla aproximadamente el mismo tiempo que otros actores cuyos personajes, además, tienen una igual o mayor relevancia argumental: el mafioso ruso de Karel Roden, cuya escena de presentación tiene lugar en el palco de un estadio de fútbol (genial, por obvia, referencia al comprensiblemente odiado por casi todo futbolero Roman Abramóvich); la contable Stella, típica bitch surgida de una concepción machista que ya doy por insalvable en este estilo de cine; Johnny Quid, el ¿RocknRolla?, que como poco resulta desconcertante; un sobrio e irónico Mark Strong en el papel de Archie, narrador y mano derecha del -odio la palabra- malo, el mafioso Lenny Cole, con un Tom Wilkinson decepcionantemente correcto, que bebe ya sobre el guión excesivamente del Nicholson de Infiltrados, pero que no tiene su carisma. Y, de hecho, ninguno de los personajes posee un carisma excesivo, o al menos no tan enorme como los de los protagonistas de Snatch. Echo en falta, por ser esta una película de Ritchie, a sus dos habituales más característicos, Jason Statham y el ex-futbolista Vinnie Jones, aunque lo cierto es que me alegro de que no aparezcan: la sobreexposición reiterativa de Statham me ha obligado a cansarme de él, y Jones... bueno, Jones no tiene puta idea de actuar.
RocknRolla es una película que, como entretenimiento, funciona formidablemente, una traslación al celuloide de la estética y la acción del videojuego criminal reciente, fundida con el típico estilo Ritchie, el Tarantino más personal (es decir: disminución de originalidad) y un humor chocante y bienvenido. No es El Padrino, ni Uno de los nuestros, ni Infiltrados, ni Pulp Fiction, ni Snatch, pero, a pesar y por encima de todo, no es sólo mejor que Revolver: es muy buena.
2 comentarios:
Me gustó y me gustó mucho esta película. La vi en un buen cine en versión original y así se la recomiendo a todo el mundo. Como bien apuntas, Guy ha vuelto para hcaer lo que mejor sabe. Y yo que me alegro. Mogollón. Un saludo.
Hola!
he encontrado tu blog por casualidad y veo que a los dos nos gusta más o menos lo mismo. aunque tengo que decir que a mi Rock'n'rolla no me gustó mucho: la vi demasiado dispersa, lenta y sin el carisma de los personajes de Lock and Stock, Snatch, ni de los de la peli que produjo Ritchie, Mean Machine (muy buena!)
Tarantino copia, sí, pero copia a John Ford. que Ritchie abandone su personal estilo en esta peli (porque era personal hasta Snatch, que me parece la mejor, sobre todo narrativamente, pues supone una revolución en el cine de acción) me parece, como bien dices, falta de originalidad. ahora que ya no está con Madonna, quizá nos ofrezca algo mejor que su última creación, un Sherlock Holmes que tampoco me convenció.
un saludo y enhorabuena por tu blog!!
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