Tim Burton. Ah, Tim Burton. Te queremos. Nos diste Eduardo Manostijeras, nos diste Big Fish, nos diste La novia cadáver, nos diste Sleepy Hollow, nos diste Pesadilla antes de Navidad. Bueno, tú y Selick nos disteis Pesadilla antes de Navidad. Lástima que las niñas emo la hayan desprestigiado y tal. Y, hace un par de años, nos diste Sweeney Todd, que es algo así como tu obra definitiva. Imagina cómo nos pusiste a todos cuando nos enteramos de que ibas a llevar al cine Alicia en el País de las Maravillas, el mejor lienzo posible para plasmar esa fantasía luminosa en la que hace unos años empezaste a trabajar, en paralelo o en perpendicular a tu característica felicidad macabra. Cuántas uñas hiciste roer, cuántas bragas mojaste. Sin embargo, de un modo triste y paulatino, las críticas que iban apareciendo en Internet nos asustaban... pero seguíamos confiando en ti. Yo, al menos. Parece ser que hacía mal.
La versión de Burton del clásico de Carroll se ambienta unos años después de la historia original (en principio no tiene en cuenta la continuación, A través del espejo, excepto en relación a algunos aspectos de los que hablaré más adelante), cuando la protagonista tiene ya diecinueve años. En su fiesta de pedida de mano, intentando huir de las responsabilidades de la vida adulta, cae por un agujero que la lleva a un mundo subterráneo donde conoce a varias criaturas mágicas que ven en ella al salvador que, según una profecía, ha vuelto para liberarlos de la tiranía de la Reina Roja. Sin embargo, Alicia no parece recordar nada de ese mundo en el que supuestamente ya ha estado, y no se reconoce como la Alicia a la que todos esperan. Sin tiempo para reaccionar, se ve envuelta en una serie de aventuras para huir del ejército de la Reina Roja, que también conoce la profecía...
Empezaré por lo positivo, que es lo más fácil de concretar y de imaginar: el apartado visual es una pasada. Ver el País de las Maravillas (o, como lo llaman aquí, "el Submundo") y a sus habitantes en 3D es un placer incomparable. Burton, como era de esperar, no sólo presenta ese ambiente luminoso y colorido tan particular de las adaptaciones de la obra, sino que lo mezcla en muchos momentos con tonos oscuros -y escarlatas-, de un modo comparable al mundo también ¿casualmente? subterráneo de La novia cadáver, y quizá a ciertos tramos de Big Fish. Así, no es difícil suponer que el viaje de Alicia por el País de las Maravillas sea entretenidísimo, exceptuando un pequeño bajón de ritmo inmediatamente previo al clímax final.
El problema fundamental de la película es que el guión es una puta mierda. Da la impresión de que la guionista cogió los personajes de las obras de Carroll y los metió en la trama de alguno de los cuentos de Las crónicas de Narnia. Quizá lo digo sólo por la armadura que lleva la protagonista al final de la película o porque el Lirón (perdón, la Lirona) es igual que el ratón de Narnia, pero aunque la comparación con Narnia no fuera totalmente acertada lo cierto es que la originalidad brilla por su ausencia, y mientras veía la película pasaron por mi cabeza muchas otras, clásicas o recientes, bastante mejor llevadas: El mago de Oz, MirrorMask, Cristal oscuro. Supongo que resulta difícil hacer algo novedoso en el género de la fantasía, pero la gracia de Alicia en el País de las Maravillas es que no necesita innovar porque ya lo hizo hace ciento cincuenta años.
Así, la versión de Burton reniega de la fuente. Incluso los juegos de palabras de Carroll -más allá de la traducción y el doblaje- pierden su razón de ser: pasan del sinsentido al no-sentido (que es precisamente la enorme virtud lingüística de los libros), y se pierden en el ritmo frenético del metraje en lugar de ser su fundamento, como en la obra original y en la adaptación de Disney, mucho más respetuosa y, por tanto, acusada de una falta de fluidez inevitable. No es lo mismo leer un par de capítulos del libro que escuchar ese montón de trabalenguas y canciones uno tras otro, sin tiempo para asimilarlos. No obstante, hay algo que justifica hasta cierto punto la vuelta de tuerca a la historia: el hecho de que la nueva trama esté inspirada en un elemento concreto de la propia obra, sin basarse verdaderamente en ella. What the fuck? Enseguida me explico, haya calma.
En A través del espejo y lo que Alicia encontró allí aparece el magistral poema Jabberwocky (traducido como "Fablistanón" o "Galimatazo" -que es el nombre que escoge el doblaje en España). Este poema narra la muerte de la temible bestia homónima utilizando una técnica totalmente novedosa: las "palabras-maleta", vocablos inventados por Carroll que contienen varios significados, sea mediante la superposición de dos ya existentes o por afinidad sonora con una sensación o una representación mental (onomatopeyas, más o menos). Humpty Dumpty descifra en un capítulo posterior el significado del poema para la protagonista, quien en un principio lo había encontrado "muy bonito", aun sin captar en absoluto su significado. El guión de la película se basa en este poema: Alicia es la paladina que debe derrotar al monstruo, el Galimatazo. Además, aparecen otros dos seres presentes en el poema, el Magnapresa y el pájaro Jubjub.
Si bien las criaturas generadas por ordenador están en general muy logradas (mención especial para el Gato de Cheshire y para esa Liebre de Marzo espídica), el reparto humano deja bastante que desear. La Reina Roja, sorpresivamente (<--- ironía) interpretada por Helena Bonham Carter, esposa del director, es como mucho decente, muy inferior al mítico personaje de Disney, y Anne Hathaway dota a su Reina Blanca de una lamentabilidad involuntaria. Afortunadamente, sale poco. Por su parte, el Sombrerero Loco pasa de ser un chiflado secundario más a un coprotagonista adorable simplemente por el hecho de que Johnny Depp tenía que tener algún papel en la película. Por cierto, no sé si soy el único que está ya un poco harto de la sobreutilización de Depp en el cine actual. Por supuesto, falta hablar de Alicia. Mia Wasikowska, que me enamoró con su perfecta interpretación de una adolescente traumatizada en la impresionante serie En terapia, hace lo que puede con un personaje mal definido que se pasea por el País de las Maravillas sin abrir demasiado la boca, pero que si lo hace es para soltar alguna memez vergonzante (el cuasidiscurso con moralina final resulta particularmente ridículo). Al menos, y a pesar de la palidez y las ojeras suprimibles, es agradable ver cómo luce cuatro o cinco vestidos diferentes, y con un poco de suerte empezarán a darle buenos papeles que confirmen la impresión que me dejó con En terapia de que puede convertirse en una gran actriz.
Un defecto importante en el que no caí inmediatamente pero que explica esa sensación que me dejó la película de "falta-algo-pero-no-sé-qué" es que no hay ni rastro del humor macabro típico de Burton. ¿Imaginais Pesadilla antes de Navidad, Big Fish o incluso Charlie y la fábrica de chocolate sin su leve dosis de humor negro? Es otro de los problemas de guión de los que hablaba antes: el tono de comedia desenfadada desaparece para dar paso a una oscuridad más cercana a El príncipe Caspian acompañada de chistes blancos muy puntuales y poco conseguidos; de hecho, lo más divertido de la película es que en el castillo de la Reina Roja hay monos vestidos de botones aguantando los muebles. Je. Monos vestidos de botones.
En resumen, la nueva Alicia en el País de las Maravillas no es Alicia en el País de las Maravillas: aprovecha elementos de los libros y los convierte en otra cosa, pero no en "otra cosa nueva", sino en "otra cosa más", otra fábula sobre la transición entre la infancia y la edad adulta. La elección del País de las Maravillas como espacio donde transcurre la acción se siente más como una estrategia publicitaria que como una verdadera inspiración para la película, y ni siquiera el hecho de que entre por los ojos incluso mejor que el resto de películas de Burton consigue hacer perdonable este bache en su filmografía. Y es que lo peor es que no decepciona tanto por ser una adaptación fallida de la obra de Carroll como por ser una película de Burton sólo pasable.
La versión de Burton del clásico de Carroll se ambienta unos años después de la historia original (en principio no tiene en cuenta la continuación, A través del espejo, excepto en relación a algunos aspectos de los que hablaré más adelante), cuando la protagonista tiene ya diecinueve años. En su fiesta de pedida de mano, intentando huir de las responsabilidades de la vida adulta, cae por un agujero que la lleva a un mundo subterráneo donde conoce a varias criaturas mágicas que ven en ella al salvador que, según una profecía, ha vuelto para liberarlos de la tiranía de la Reina Roja. Sin embargo, Alicia no parece recordar nada de ese mundo en el que supuestamente ya ha estado, y no se reconoce como la Alicia a la que todos esperan. Sin tiempo para reaccionar, se ve envuelta en una serie de aventuras para huir del ejército de la Reina Roja, que también conoce la profecía...
Empezaré por lo positivo, que es lo más fácil de concretar y de imaginar: el apartado visual es una pasada. Ver el País de las Maravillas (o, como lo llaman aquí, "el Submundo") y a sus habitantes en 3D es un placer incomparable. Burton, como era de esperar, no sólo presenta ese ambiente luminoso y colorido tan particular de las adaptaciones de la obra, sino que lo mezcla en muchos momentos con tonos oscuros -y escarlatas-, de un modo comparable al mundo también ¿casualmente? subterráneo de La novia cadáver, y quizá a ciertos tramos de Big Fish. Así, no es difícil suponer que el viaje de Alicia por el País de las Maravillas sea entretenidísimo, exceptuando un pequeño bajón de ritmo inmediatamente previo al clímax final.
El problema fundamental de la película es que el guión es una puta mierda. Da la impresión de que la guionista cogió los personajes de las obras de Carroll y los metió en la trama de alguno de los cuentos de Las crónicas de Narnia. Quizá lo digo sólo por la armadura que lleva la protagonista al final de la película o porque el Lirón (perdón, la Lirona) es igual que el ratón de Narnia, pero aunque la comparación con Narnia no fuera totalmente acertada lo cierto es que la originalidad brilla por su ausencia, y mientras veía la película pasaron por mi cabeza muchas otras, clásicas o recientes, bastante mejor llevadas: El mago de Oz, MirrorMask, Cristal oscuro. Supongo que resulta difícil hacer algo novedoso en el género de la fantasía, pero la gracia de Alicia en el País de las Maravillas es que no necesita innovar porque ya lo hizo hace ciento cincuenta años.
Así, la versión de Burton reniega de la fuente. Incluso los juegos de palabras de Carroll -más allá de la traducción y el doblaje- pierden su razón de ser: pasan del sinsentido al no-sentido (que es precisamente la enorme virtud lingüística de los libros), y se pierden en el ritmo frenético del metraje en lugar de ser su fundamento, como en la obra original y en la adaptación de Disney, mucho más respetuosa y, por tanto, acusada de una falta de fluidez inevitable. No es lo mismo leer un par de capítulos del libro que escuchar ese montón de trabalenguas y canciones uno tras otro, sin tiempo para asimilarlos. No obstante, hay algo que justifica hasta cierto punto la vuelta de tuerca a la historia: el hecho de que la nueva trama esté inspirada en un elemento concreto de la propia obra, sin basarse verdaderamente en ella. What the fuck? Enseguida me explico, haya calma.
En A través del espejo y lo que Alicia encontró allí aparece el magistral poema Jabberwocky (traducido como "Fablistanón" o "Galimatazo" -que es el nombre que escoge el doblaje en España). Este poema narra la muerte de la temible bestia homónima utilizando una técnica totalmente novedosa: las "palabras-maleta", vocablos inventados por Carroll que contienen varios significados, sea mediante la superposición de dos ya existentes o por afinidad sonora con una sensación o una representación mental (onomatopeyas, más o menos). Humpty Dumpty descifra en un capítulo posterior el significado del poema para la protagonista, quien en un principio lo había encontrado "muy bonito", aun sin captar en absoluto su significado. El guión de la película se basa en este poema: Alicia es la paladina que debe derrotar al monstruo, el Galimatazo. Además, aparecen otros dos seres presentes en el poema, el Magnapresa y el pájaro Jubjub.
Si bien las criaturas generadas por ordenador están en general muy logradas (mención especial para el Gato de Cheshire y para esa Liebre de Marzo espídica), el reparto humano deja bastante que desear. La Reina Roja, sorpresivamente (<--- ironía) interpretada por Helena Bonham Carter, esposa del director, es como mucho decente, muy inferior al mítico personaje de Disney, y Anne Hathaway dota a su Reina Blanca de una lamentabilidad involuntaria. Afortunadamente, sale poco. Por su parte, el Sombrerero Loco pasa de ser un chiflado secundario más a un coprotagonista adorable simplemente por el hecho de que Johnny Depp tenía que tener algún papel en la película. Por cierto, no sé si soy el único que está ya un poco harto de la sobreutilización de Depp en el cine actual. Por supuesto, falta hablar de Alicia. Mia Wasikowska, que me enamoró con su perfecta interpretación de una adolescente traumatizada en la impresionante serie En terapia, hace lo que puede con un personaje mal definido que se pasea por el País de las Maravillas sin abrir demasiado la boca, pero que si lo hace es para soltar alguna memez vergonzante (el cuasidiscurso con moralina final resulta particularmente ridículo). Al menos, y a pesar de la palidez y las ojeras suprimibles, es agradable ver cómo luce cuatro o cinco vestidos diferentes, y con un poco de suerte empezarán a darle buenos papeles que confirmen la impresión que me dejó con En terapia de que puede convertirse en una gran actriz.
Un defecto importante en el que no caí inmediatamente pero que explica esa sensación que me dejó la película de "falta-algo-pero-no-sé-qué" es que no hay ni rastro del humor macabro típico de Burton. ¿Imaginais Pesadilla antes de Navidad, Big Fish o incluso Charlie y la fábrica de chocolate sin su leve dosis de humor negro? Es otro de los problemas de guión de los que hablaba antes: el tono de comedia desenfadada desaparece para dar paso a una oscuridad más cercana a El príncipe Caspian acompañada de chistes blancos muy puntuales y poco conseguidos; de hecho, lo más divertido de la película es que en el castillo de la Reina Roja hay monos vestidos de botones aguantando los muebles. Je. Monos vestidos de botones.
En resumen, la nueva Alicia en el País de las Maravillas no es Alicia en el País de las Maravillas: aprovecha elementos de los libros y los convierte en otra cosa, pero no en "otra cosa nueva", sino en "otra cosa más", otra fábula sobre la transición entre la infancia y la edad adulta. La elección del País de las Maravillas como espacio donde transcurre la acción se siente más como una estrategia publicitaria que como una verdadera inspiración para la película, y ni siquiera el hecho de que entre por los ojos incluso mejor que el resto de películas de Burton consigue hacer perdonable este bache en su filmografía. Y es que lo peor es que no decepciona tanto por ser una adaptación fallida de la obra de Carroll como por ser una película de Burton sólo pasable.
2 comentarios:
Sí, está claro que la hicieron para:
a) Darle a Johnny Depp algún papel
"¡Mirad, chicos! ¡Yo también aparezco en la película!"
b) No privar a las adolescentes post-hardcore del placer de ver a Alicia con esa especie de guantes a rayas
Celebro que veas In Treatment.
totalmente de acuerdo, fueron los 8 euros peor gastados de mi vida... si, a nivel visual expectacular, pero el resto... buuuuf
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