martes, 20 de septiembre de 2011

El árbol de la vida

Título original: The Tree of Life
Dirección: Terrence Malick
Guión: Terrence Malick
Reparto: Brad Pitt, Hunter McCracken, Jessica Chastain, Sean Penn, Laramie Eppler


Llevaba mucho tiempo sin escribir críticas. Dejando de lado la vagancia, que es sin duda el motivo principal de mi inactividad, creo que también tiene una importancia fundamental el hecho de que las películas que he visto en el cine en los últimos meses no me han motivado lo suficiente. Sé que suena a tópico, y suena a tópico porque lo es, pero no puedo evitar decir que las películas recientes raramente arriesgan, que no innovan o aportan lo suficiente como para merecer un comentario detenido. En ese sentido, El árbol de la vida, la nueva película de Terrence Malick, es una obra que, en cierto modo, agradezco profundamente, porque es quizá (exceptuando alguna joya como Exit through the gift shop) lo más original y experimental que se ha hecho en el cine de la última década. Pero soy de esos -pocos, intuyo por las críticas que he leído de la película- que creen que "original" no tiene por qué equivaler a "bueno", y en este caso en particular no es así. Vamos allá.

El árbol de la vida, simplificando, cuenta cómo Jack O'Brien (interpretado muy escuetamente por un Sean Penn cuyo papel consiste básicamente en pasear y aportar una voz en off) recuerda a su hermano, cuya muerte, acontecida muchos años atrás, todavía lo atormenta, para poder reconciliarse con su pasado y, por extensión, con él mismo. Con este fin se explica la relación del Jack adolescente con su padre (Brad Pitt, más que correcto, como mínimo), un hombre severo y aparentemente cruel, y su madre (Jessica Chastain), dulce pero débil, y la independización de Jack como individuo a partir de la rebelión contra el padre, símbolo de la autoridad arbitraria.

Hasta ahí bien. Para entender los problemas del filme está bien, creo, recordar un poco las películas más recientes de Malick, La delgada línea roja y El nuevo mundo, que formalmente difieren bastante de sus películas primerizas, por allá en los setenta, a pesar de que tienen en común el tono y el mensaje. Después de un hiato de veinte años en su filmografía, las pretensiones de Malick como guionista y cineasta se vieron favorecidas por la posibilidad de contar con medios económicos y técnicos para hacer películas que abarcaban más y que destacaban tanto por su mensaje pacifista -y, por qué no decirlo, hippie- como por su belleza estética.


Ambas películas daban un peso importantísimo a una voz en off poética que ponía de relieve los sentimientos y motivaciones de los personajes y que, en general, funcionaba muy bien, por ejemplo como contraste entre lo que pensaban los protagonistas y lo que realmente llevaban a cabo. La lentitud narrativa era algo que quedaba compensado por la belleza de la película en general; nunca criticaré a un director simplemente por hacer películas lentas si no me importa que tarde en contar algo en lo que vale la pena tomarse tiempo, o me tendría que meter con Haneke o hasta con Tarkovsky y Bergman.

En El árbol de la vida Malick se deshace completamente del sentido de la moderación y, de paso, se carga completamente el ritmo. Es decir: abarrota el metraje, primero, de voces en off que en no pocos momentos se sienten exageradas y hasta llegan a provocar vergüenza ajena, y segundo, de imágenes espectaculares alargadas hasta el coñazo -y creo que, de todas las que he usado hasta ahora para describirla, "coñazo" es la palabra que mejor resume la película. La máxima expresión de esto último son los diez o veinte o cincuenta minutos, yo qué sé, en que Malick compara e iguala la importancia de una sola vida, la del hermano muerto, con la de la vida en general -lo cual, por cierto, viene a ser el mensaje básico de la película: toda la vida es una sola-, representada por el nacimiento y evolución de la Tierra, incluyendo un par de imágenes supuestamente trascendentes de dinosaurios y una banda sonora operística que parece querer decir al espectador algo así como "Ah, por si no te habías fijado, estas imágenes son espectaculares". Y lo son, pero es todo tan excesivo y pretencioso que es imposible tomárselo en serio en su contexto.


Y toda la película está imbuida de esa grandilocuencia pedante, manifestándose después, una vez la ¿trama? se sumerge en la parte más narrativa, la de la relación del protagonista con su padre, en forma de imágenes metafóricas que agobian por su abundancia, aunque individualmente no tienen por qué no funcionar; destaco, por ejemplo, la repetición del plano de niños jugando enfocado de forma que las sombras parecen más grandes que los cuerpos, imagen que abarca una cantidad enorme de simbología: la vida infantil como algo todavía por desarrollar, la vida propia como un elemento mucho menos importante que su repercusión en otras vidas, que todo lo que ha afectado a esa vida desde el inicio de los tiempos pero no forma parte de ella... A destacar también, y en el sentido opuesto, la cagada monumental del final, una mezcla entre iluminación mesiánica, anuncio de Cacharel y el último capítulo de Lost.

No niego el valor de El árbol de la vida como experimento, como completa liberación de un cineasta que ya se había ganado el respeto de la crítica y, en menor medida, de los espectadores, pero sí me atrevo a decir no que le falta, sino que le sobra demasiado como para poder ser buen cine. Me importa una mierda el cuidado que haya puesto Malick en cada imagen y en cada metáfora si el conjunto no se aguanta por ningún lado, si el mensaje es tan básico y a la vez tan difuso que se derrama entre los huecos del guión, se pierde de vista entre tantas idas y venidas de la cámara, se olvida con cada corte del ritmo narrativo.

Hay mucho más que decir sobre esta película, pero creo que realmente no hace falta que escriba más para que se entienda qué valoro y qué no de El árbol de la vida. Desde luego que se me han pasado cosas durante el visionado, pero me cuesta muchísimo creer que hayan sido tantas como para justificar la diferencia entre mi crítica y las lamidas de glande que he leído por ahí. En cualquier caso, está claro que hay muchas películas y muchos puntos de vista, por lo que yo no me fiaría de una sola opinión, ni de cuarenta, y, más en este caso que en el de casi cualquier otra película, la vería para poder formar una propia. Eso sí, aconsejo que mejor cuando salga un ripeo decente; quien se atreva a pagar seis euros que no venga a reclamármelos a mí.


1 comentario:

manipulador de alimentos dijo...

Qué película más hermosa!!! Bueno, más que hermosa: trascendente, esencial...