Título original: Hellboy 2: The Golden Army.
Dirección: Guillermo del Toro.
Guión: Guillermo del Toro.
Reparto: Ron Perlman, Doug Jones, Selma Blair, Luke Goss, Anna Walton, Jeffrey Tambor.
Dirección: Guillermo del Toro.
Guión: Guillermo del Toro.
Reparto: Ron Perlman, Doug Jones, Selma Blair, Luke Goss, Anna Walton, Jeffrey Tambor.
La primera película de Hellboy me gustó, nada más. Sin embargo, las críticas que ha venido recibiendo su secuela desde su estreno en los Estados Unidos (y en casi todos los países del mundo, que en España siempre somos de los últimos, coño, aunque como esta vez la culpa es de El caballero oscuro no me quejaré demasiado) han hecho que los dientes se me pusieran más y más largos con el paso del tiempo. No es que las valoraciones recibidas hayan sido especialmente prometedoras, sino que todas destacaban lo mismo: el hecho de que Guillermo del Toro desatara en Hellboy 2 todo su potencial visual. Lo cual, teniendo en cuenta su enorme capacidad para crear imágenes fantásticas, insinuada en sus primeras películas y demostrada en Hellboy y, muy especialmente, El laberinto del Fauno (unión de talento visual y calidad cinematográfica), no es decir poco.
Hellboy, junto a su novia, la pirokinética Liz Sherman, y el semianfibio Abe Sapien, trabaja para el gobierno de los Estados Unidos; sin embargo, sus poco sutiles métodos hacen que cada vez sea más difícil ocultar sus existencia al mundo. Finalmente, se descubrirán a la humanidad durante su misión para detener el intento del príncipe elfo Nuada, del reino subterráneo de Bezmorra, de apoderarse de las tres piezas de una corona para destruir el mundo de los hombres mediante un ejército de máquinas creadas siglos atrás por los goblins.
Efectivamente, El ejército dorado no me ha decepcionado en absoluto, dado que mis aspiraciones eran esencialmente las de ver una película de fantasía entretenida con un apartado visual sobresaliente. En resumen, la nueva película de Del Toro es lo que la crítica especializada comenta: una demostración de creatividad. Y, copiando descaradamente a Ángel Luis Sucasas, conocido internetil mío y colaborador de la revista Scifiworld, aclaro la función de tal demostración: servir como campo de pruebas para su futura obra magna, El Hobbit. Para el blasfemo que no sepa de qué hablo: Del Toro se encargará de la adaptación cinematográfica del preludio a cierta famosa trilogía (ahora ya a quien no me coja le doy con un ladrillo en la sien) escrita por J.R.R. Tolkien. Preludio que, por cierto, me gusta mucho más que la trilogía en sí.
Y es que, de hecho, hay en El ejército dorado gran cantidad de elementos que recuerdan al universo de ESDLA, y muy particularmente a la traslación de Peter Jackson. No sólo en cuanto a criaturas (en el cómic, que yo sepa, no hay elfos ni goblins ni trolls ni bichos por el estilo), sino también argumentalmente. Hay más, pero se me ocurren ahora dos parecidos muy obvios: el hecho de que (por así decirlo) un instrumento de poder esté dividido entre diferentes razas y la historia inicial que cuenta a Hellboy su padre adoptivo (la única escena en la que aparece John Hurt). Este cuento me ha recordado visualmente a MirrorMask, infravalorada e infraconocida película de los maestros del cómic Dave McKean y Neil Gaiman, pero, sobretodo a El laberinto del Fauno, concretamente el momento en que la protagonista narra un cuento a su hermano nonato.
Hay muchísimos elementos que acercan ambas películas. Lo cual resulta, en cierto modo, obvio, teniendo en cuenta que comparten director-guionista; sin embargo, ambas obras están unidas más que lo meramente estilístico. Podría incluso considerarse (eso sí, en el supuesto de que la fantasía de El laberinto existiese verdaderamente) que forman parte de un mismo universo, puesto que el reino subterráneo de Bezmorra aparece tanto en esta como en aquella, y se accede a él mediante portales, como decía el Fauno (aunque también decía que el portal que él guardaba era el último) En cualquier caso, esto ya es pura conjetura sin demasiado fundamento ni necesidad. Lo importante es que Del Toro reanuda lo que ya iniciara en su, hasta ahora, única obra maestra, pero desde un ángulo completamente distinto.
Dentro de la espectacularidad visual de Hellboy 2 cabe destacar, por supuesto, a los seres que la pueblan. Del Toro puso un cuidado enorme en el diseño de todos y cada uno de sus personajes, hasta el más insignificante, y eso se nota. Cualquiera de ellos podría tener un papel protagonista y seguiría resultando visualmente perfecto (el único modelo que no me ha convencido ha sido, precisamente, el de los integrantes del Ejército Dorado). La impresionante escena del mercado de los trolls es el punto donde en mayor medida se acumula el bizarro poderío visual del cineasta. Un par de los personajes que aparecen en la película recuerdan mucho al -creo que le llaman así- Hombre Pálido de El laberinto; pero lo cierto es que, con lo geniales que son, cuesta criticarle esto a Del Toro. Ambos están, además, interpretados por Doug Jones, el Fauno, el Hombre Pálido y, aquí, Abe Sapien (doblado por José Mota, de Cruz y Raya, para mi alivio de forma decente), al que ya cogimos cariño en la película original. Su importancia y su número de apariciones es mucho mayor que en Hellboy, lo cual se agradece, pues resulta tan buen personaje como el propio protagonista (perfectamente interpretado por el rarísimo Ron Perlman).
Los demás personajes no llegan a poseer el carisma de los dos antes mencionados, pero tampoco están mal. Liz me encanta (será porque me encanta Selma Blair), y sus discusiones con Rojo son divertídisimas; no se echa para nada en falta el personaje del agente joven de la primera película, tan sólo necesario para introducirnos en la trama en aquella ocasión, y de cuya ausencia sólo se habla con un chiste, muy de pasada; el jefe, Mannings, pasa de ser un tío odioso a un bufón graciosete; el Dr. Krauss, ente protoplásmico o alguna pollada por el estilo, tiene sus momentos, aunque lo mejor del personaje es también el diseño, y su presencia no va mucho más allá de lo que mola verlo hacer cosas raras. Su doblaje en español corre a cargo de Santiago Segura (¿a quién coño quieren venderle la película?), que resulta divertido, y que además tiene un cameo. Peor que en la primera, eso sí. El malo, un elfo oscuro, tiene unas escenas de lucha impresionantes; el personaje de su hermana gemela es muy tierno, y también lo es su relación con Abe. Quien, por cierto, ¡usa lentillas! Puntazo.
Me doy cuenta de que al mencionar a los secundarios me he visto obligado a hablar en muchos casos del humor. El tono humorístico resulta fundamental para la película, que como ya digo basa su interés en entretener al espectador, sin más pretensiones. Yo me he reído mucho (el resto de la sala no tanto como yo... creo que los cabrones me miraban mal); aunque haya algunas chorradas, el humor blanco, en muchos casos absurdo, es muy satisfactorio. Lo mejor: Rojo y Azul bebiendo birras. Una escena casi más bizarra que los seres de Del Toro. Hay algunos momentos serios, pero son los menos y los obligatorios, especialmente el final; no me imagino la última batalla en tono cómico.
El argumento, como el avispado lector habrá podido deducir, es más bien pobre, y poco original. Hay resonancias de Frankenstein y King Kong, así como de obras modernas; no sólo de El señor de los anillos y El laberinto del Fauno, sino también de Men in Black, Las crónicas de Riddick o El retorno de la momia (aunque estoy seguro de que la historia del control de un ejército artificial es muchos siglos más antigua que eso). Ciertos aspectos de la trama no están nada bien desarrollados (desaprovechadísimos el Ejército -¿por qué la película lleva su nombre por título, aparte de porque suena guay?-, el descubrimiento de la existencia de Hellboy y la sugerencia de Nuada de que se una a él), y algunas decisiones de los personajes no resultan consecuentes. Pero el ver una película que, que regalándome imágenes como la aparición repentina de vegetación en medio de una metrópolis, me impresiona tantísimo visualmente y que no pretende más que eso, para alguien que concibe el cine como básicamente un método de entretenimiento, resulta más que suficiente y más que bienvenida.
Valoración: 7/10.
Hellboy, junto a su novia, la pirokinética Liz Sherman, y el semianfibio Abe Sapien, trabaja para el gobierno de los Estados Unidos; sin embargo, sus poco sutiles métodos hacen que cada vez sea más difícil ocultar sus existencia al mundo. Finalmente, se descubrirán a la humanidad durante su misión para detener el intento del príncipe elfo Nuada, del reino subterráneo de Bezmorra, de apoderarse de las tres piezas de una corona para destruir el mundo de los hombres mediante un ejército de máquinas creadas siglos atrás por los goblins.
Efectivamente, El ejército dorado no me ha decepcionado en absoluto, dado que mis aspiraciones eran esencialmente las de ver una película de fantasía entretenida con un apartado visual sobresaliente. En resumen, la nueva película de Del Toro es lo que la crítica especializada comenta: una demostración de creatividad. Y, copiando descaradamente a Ángel Luis Sucasas, conocido internetil mío y colaborador de la revista Scifiworld, aclaro la función de tal demostración: servir como campo de pruebas para su futura obra magna, El Hobbit. Para el blasfemo que no sepa de qué hablo: Del Toro se encargará de la adaptación cinematográfica del preludio a cierta famosa trilogía (ahora ya a quien no me coja le doy con un ladrillo en la sien) escrita por J.R.R. Tolkien. Preludio que, por cierto, me gusta mucho más que la trilogía en sí.
Y es que, de hecho, hay en El ejército dorado gran cantidad de elementos que recuerdan al universo de ESDLA, y muy particularmente a la traslación de Peter Jackson. No sólo en cuanto a criaturas (en el cómic, que yo sepa, no hay elfos ni goblins ni trolls ni bichos por el estilo), sino también argumentalmente. Hay más, pero se me ocurren ahora dos parecidos muy obvios: el hecho de que (por así decirlo) un instrumento de poder esté dividido entre diferentes razas y la historia inicial que cuenta a Hellboy su padre adoptivo (la única escena en la que aparece John Hurt). Este cuento me ha recordado visualmente a MirrorMask, infravalorada e infraconocida película de los maestros del cómic Dave McKean y Neil Gaiman, pero, sobretodo a El laberinto del Fauno, concretamente el momento en que la protagonista narra un cuento a su hermano nonato.
Hay muchísimos elementos que acercan ambas películas. Lo cual resulta, en cierto modo, obvio, teniendo en cuenta que comparten director-guionista; sin embargo, ambas obras están unidas más que lo meramente estilístico. Podría incluso considerarse (eso sí, en el supuesto de que la fantasía de El laberinto existiese verdaderamente) que forman parte de un mismo universo, puesto que el reino subterráneo de Bezmorra aparece tanto en esta como en aquella, y se accede a él mediante portales, como decía el Fauno (aunque también decía que el portal que él guardaba era el último) En cualquier caso, esto ya es pura conjetura sin demasiado fundamento ni necesidad. Lo importante es que Del Toro reanuda lo que ya iniciara en su, hasta ahora, única obra maestra, pero desde un ángulo completamente distinto.
Dentro de la espectacularidad visual de Hellboy 2 cabe destacar, por supuesto, a los seres que la pueblan. Del Toro puso un cuidado enorme en el diseño de todos y cada uno de sus personajes, hasta el más insignificante, y eso se nota. Cualquiera de ellos podría tener un papel protagonista y seguiría resultando visualmente perfecto (el único modelo que no me ha convencido ha sido, precisamente, el de los integrantes del Ejército Dorado). La impresionante escena del mercado de los trolls es el punto donde en mayor medida se acumula el bizarro poderío visual del cineasta. Un par de los personajes que aparecen en la película recuerdan mucho al -creo que le llaman así- Hombre Pálido de El laberinto; pero lo cierto es que, con lo geniales que son, cuesta criticarle esto a Del Toro. Ambos están, además, interpretados por Doug Jones, el Fauno, el Hombre Pálido y, aquí, Abe Sapien (doblado por José Mota, de Cruz y Raya, para mi alivio de forma decente), al que ya cogimos cariño en la película original. Su importancia y su número de apariciones es mucho mayor que en Hellboy, lo cual se agradece, pues resulta tan buen personaje como el propio protagonista (perfectamente interpretado por el rarísimo Ron Perlman).
Los demás personajes no llegan a poseer el carisma de los dos antes mencionados, pero tampoco están mal. Liz me encanta (será porque me encanta Selma Blair), y sus discusiones con Rojo son divertídisimas; no se echa para nada en falta el personaje del agente joven de la primera película, tan sólo necesario para introducirnos en la trama en aquella ocasión, y de cuya ausencia sólo se habla con un chiste, muy de pasada; el jefe, Mannings, pasa de ser un tío odioso a un bufón graciosete; el Dr. Krauss, ente protoplásmico o alguna pollada por el estilo, tiene sus momentos, aunque lo mejor del personaje es también el diseño, y su presencia no va mucho más allá de lo que mola verlo hacer cosas raras. Su doblaje en español corre a cargo de Santiago Segura (¿a quién coño quieren venderle la película?), que resulta divertido, y que además tiene un cameo. Peor que en la primera, eso sí. El malo, un elfo oscuro, tiene unas escenas de lucha impresionantes; el personaje de su hermana gemela es muy tierno, y también lo es su relación con Abe. Quien, por cierto, ¡usa lentillas! Puntazo.
Me doy cuenta de que al mencionar a los secundarios me he visto obligado a hablar en muchos casos del humor. El tono humorístico resulta fundamental para la película, que como ya digo basa su interés en entretener al espectador, sin más pretensiones. Yo me he reído mucho (el resto de la sala no tanto como yo... creo que los cabrones me miraban mal); aunque haya algunas chorradas, el humor blanco, en muchos casos absurdo, es muy satisfactorio. Lo mejor: Rojo y Azul bebiendo birras. Una escena casi más bizarra que los seres de Del Toro. Hay algunos momentos serios, pero son los menos y los obligatorios, especialmente el final; no me imagino la última batalla en tono cómico.
El argumento, como el avispado lector habrá podido deducir, es más bien pobre, y poco original. Hay resonancias de Frankenstein y King Kong, así como de obras modernas; no sólo de El señor de los anillos y El laberinto del Fauno, sino también de Men in Black, Las crónicas de Riddick o El retorno de la momia (aunque estoy seguro de que la historia del control de un ejército artificial es muchos siglos más antigua que eso). Ciertos aspectos de la trama no están nada bien desarrollados (desaprovechadísimos el Ejército -¿por qué la película lleva su nombre por título, aparte de porque suena guay?-, el descubrimiento de la existencia de Hellboy y la sugerencia de Nuada de que se una a él), y algunas decisiones de los personajes no resultan consecuentes. Pero el ver una película que, que regalándome imágenes como la aparición repentina de vegetación en medio de una metrópolis, me impresiona tantísimo visualmente y que no pretende más que eso, para alguien que concibe el cine como básicamente un método de entretenimiento, resulta más que suficiente y más que bienvenida.
Valoración: 7/10.
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